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- 30/11/2021
Breve, pero a fondo-Fin del beneficio de la duda
El beneficio de la duda terminó, se acabó, lo que tenía que demostrar, ya lo hizo, ahora sólo falta hacer un recuento de lo hecho, de lo faltante. Nada más que ver, los hechos hablan por sí mismos, lo que se ve no se juzga, dice el dicho que, por cierto, es sabio y certero.
Tres años de gobierno, la mitad del camino, y México, en muchos sentidos, sigue igual, nada que presumir. Los saldos de esta primera mitad del gobierno de la Cuarta Transformación son variopintos, la gran mayoría negativos. México no ha mejorado en nada, los pobres siguen siendo pobres, los ricos más ricos, y los clasemedieros, mirando hacia abajo, porque no hay nada a su alcance para seguir creciendo.
La pandemia puso a prueba a esta administración, y a juzgar por las cifras, perdió la partida: casi 450 mil mexicanos murieron. Más que un número, cada caso es una tragedia, un motivo para pasar unas navidades tristes y un año nuevo sin fe ni esperanza. Pero vayamos todos al Zócalo, ahí se brindará con el mejor ponche, con la mejor sidra de Zacatlán, los éxitos de este gobierno ahí retumbarán.
Hay mucho que celebrar, y ahí se verá, el fin de la corrupción, como cereza de ese pastel que se partirá en la Plaza de la Constitución y que se repartirá en millones de rebanadas para que muchos festejen que México superó la pesadilla conservadora, que únicamente trajo desesperanza y retroceso. Pero eso terminó, ahora está un nuevo gobierno liberal que piensa en los que menos tienen, y ahí la frase, el concepto, para que no quede duda: primero los pobres.
Y no hay equivocación en esto, primero los pobres son los que sufren de los asaltos en el micro, los que padecen del alto costo de los productos de primera necesidad (ahí está el precio del gas, del jitomate, de los huevos, de las tortillas. El de la gasolina, ya ni hablar), que enfrentan sin quererlo de tragedias cotidianas. Los muertos en la “Línea Dorada” del Metro, ya ni quien se acuerde, menos de hacer pagar a los responsables.
Ya estamos a medio camino de este gobierno, y no hay la menor duda que hay razones de sobra para hacer fiesta y tronar cohetones. ¡Viva México!, por lo afortunados que somos porque las malas prácticas son cosas del pasado. Ya no hay imposiciones en ninguna de las esferas sociales, académicas, culturales, deportivas o políticas, mucho menos en los órganos independientes. Se acabó eso de dar línea a los legisladores del partido en el gobierno. Que bueno que murió el PRI, porque ahí se votaba para apoyar los suspiros más
guajiros del Jefe del Ejecutivo. Eso se acabó, ahora en Morena, votan por convicción, pensando en México, no en algún caudillo.
Ya estamos a mitad del río, y aunque las aguas son broncas, hay jinete domando ese pura sangre, para llegar al otro lado de este bravo afluente que es México.
Será emocionante ver y escuchar al Presidente este miércoles, en un zócalo repleto, porque la transformación propuesta desde el inicio del gobierno (o más bien, desde hace 25 años de campaña) ya está aquí, es una realidad. Ya no hay decretazos para ocultar lo inocultable, ahora la transparencia goza de cielos límpidos.
Vayamos el 1 de diciembre al Zócalo,, vale la pena escuchar el discurso del triunfo en tiempos de pandemia. Nada mejor que hacer, que valorar lo mucho que este gobierno ha hecho por todos, sin distinciones, ya sean ricos o pobres. Para los ojos de Dios todos somos iguales, y ¿por qué no serlo para quien lleva las riendas del país?
Gustosos escucharemos su mensaje de paz, reconciliación, de concordia. México se lo merece, ahí estaremos, firmes y atentos a su convocatoria.
Apunte final: Después de largas jornadas de siembra, siempre llega la cosecha. No hay duda.