Breve, pero a fondo-Terror en Palacio

Algo está pasando en Palacio Nacional, pero los recientes cambios en el equipo cercano al presidente revelan descontento, enojo y cierta histeria. No se puede ocultar que los resultados electorales que obtuvo Morena en la Ciudad de México y de alguna manera en la composición en la Cámara de Diputados, el pasado 6 de junio, provocaron que el mandatario diera un manotazo que se escuchó en todos los rincones de la llamada 4T.

Pero hay algo que no se puede negar, o al menos eso se entendió ahora que echó de Palacio al administrador de los programas sociales, Gabriel García y antes del gabinete a Irma Eréndira Sandoval: que para quien manda en el país, no hay amigos.

Con él o se cumple con su voluntad o quedas fuera de su entorno y de su vista, así de fácil, no hay puntos medios, aunque se trate de alguna locuaz idea o estrafalario proyecto que alguien deba cumplimentar. Así que ya lo sabe el resto de sus subalternos, ándense por la derecha (¿o debería decir izquierda?) o pierden sus chambas y los beneficios de un gobierno en el que ya no hay ni corrupción ni excesos, eso dicen, aunque García y Sandoval ganaran más que su propio jefe. Qué más da.

Ya hay otros que están en capilla, o al menos es lo que ya se dice en los pasillos de Palacio, donde voluntaria o involuntariamente dejan circular las versiones que en la mayoría de las veces las confirma el tiempo. Todo parece indicar que en breve se verán más cambios y salidas, y esto a pesar de que se insiste en que la transformación del país avanza sin contratiempos, a pesar de resistencias orquestadas desde el conservadurismo. Y mientras el presidente mueve a placer las piezas en el tablero de su propio ajedrez político, el encono social y la violencia se agudiza y se profundiza.

Pero no hay que hacer caso de las masacres que en días recientes han impactado al país, son casos aislados y no marcan la realidad de este México que lucha por sobrevivir por cuenta propia. “El país está en calma, hay gobernabilidad, hay tranquilidad”. ¿En serio?

Pues sí, esto lo dijo quien debería estar preocupado por el clima de violencia extrema que a diario padecen millones de mexicanos. Para él no hay de qué preocuparse, ya que se trata de un juego perverso de los medios de comunicación que se la pasan exagerando para desacreditar a este gobierno, que con nobleza trabaja para todos, hasta por esa estorbosa clase media que no sirve para nada.

Ya lo advirtió el mandatario: El poder atonta a los inteligentes y a los tontos los vuelve locos. Pues ni qué agregar.

Así es que ya lo saben aquellos que trabajan para la cuarta, o cumplen con lo que se les encomendó o les caerá la guillotina o mínimo un rayo desde lo alto de Palacio, sin importar quién sea o de donde venga. Ejemplos ya sobran.

Ahora decirse cercano al presidente no es ninguna garantía de que se sobrevivirá en la esfera del poder, más bien se está en un sitio vulnerable, porque el destino de sus colaboradores, que son más seguidores e incondicionales, dependerá en la mayor de las veces de su humor. Sabemos que hay quienes se sienten protegidos, en los cuernos de la luna, arropados por el manto presidencial, pero que nadie se sienta en confianza, que en cualquier momento todo puede cambiar, sobre todo ahora que las cosas no están saliendo como se dictaron desde el despacho principal de Palacio.

Aún cuando alguien del equipo busque la gracia del jefe reproduciendo sus posturas, versiones o discurso, puede resultar inútil, porque si un día sospecha de su ineficiencia, aunque en los hechos lo sea, lo echará a patadas.

Y para rematar, sólo pensar que alguien asegure que los padres con hijos con cáncer que demandan los medicamentos necesarios para su atención actúan con una visión casi golpista, sería una locura, pero es verdad, si sucedió. Increíble lo que están dispuestos a hacer o decir quienes se quieren congratular con el huésped de Palacio, creyendo que eso los hará inmunes a cualquier furia presidencial. Más vale que ésto se lo piensen dos veces.