En Busca del Estado Perdido-El monopolio de la vida

Los monopolios son ilegales. Concentrar todo el poder de decisión en cualquier materia genera lo absoluto, consecuentemente el atropello.

Ningún derecho es incondicional, ni siquiera el de la vida. Hasta antes de la reforma del 2003 al artículo 22 constitucional, nuestra máxima norma permitía la pena de muerte como una facultad del Estado para privar de la vida a quienes no merecían vivir en sociedad. Hoy una de las limitantes al derecho a la vida es la prisión, sino ¿para qué sirve la vida privado de la libertad?, o bien, ¿para que la libertad si no hay vida?

Las limitantes a los derechos son principios fundamentales en un Estado Constitucional ello da como fruto la convivencia en armonía, luego, para que operen en favor de quien lo reclama se requiere de la intervención del Estado, así se evita la justicia por propia mano. Los derechos no operan automáticamente es necesaria la declaración de un juez.

Esta semana que concluyó, se discutió en el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación -máximo Tribunal del país, no hay más- el derecho a decidir sobre el cuerpo de las mujeres. La tesis consistió en: ¿criminalizar el aborto es una limitante a la libertad que una gestante tiene sobre su propio cuerpo?, la respuesta unánime de los Ministros fue que sí.

Diversos razonamientos se dieron, desde los psicológicos, sociales, culturales, religiosos y desde luego los jurídicos. La sentencia ahí está, hoy en día la mujer libremente puede decidir sobre su embarazo, que hacer, como y cuando.

En este sentido, se sentenció otorgar plena libertad reproductiva a las mujeres, generando con ello un poder categórico sobre el derecho a la vida. Ahí el exceso.

Si bien es cierto que cada quien puede hacer con su vida lo que le plazca -hoy el consumo personal de drogas como la marihuana, alcohol, tabaco, son permitidos, el suicidio por obvias razones no es sancionado- el otorgar una puerta tan amplia al control de la gestación es desmesurado.

La mujer como cualquier ser puede disponer de su humanidad, sin embargo se debieron de establecerse ciertas limitantes al derecho porque al ser total -omnímodo- es y solo será la voluntad femenina la que decidirá quien vive y quien muere, incluso contra la de una de las partes fundamentales en la concepción: el hombre.

A la luz de la sentencia de la Corte, no será criminalizable la interrupción del embarazo que haga la mujer por la razón que fuere, no obstante en la ecuación no se tomaron las variables que deberemos de afrontar, tales como: ¿qué pasa si el embarazo es producto de una relación estable en los diversos aspectos como el emocional, social, económico, cultural, pero aún así resuelve la mujer impedir el nacimiento del ser que de común acuerdo planearon? La respuesta ahora es nada. No pasará nada. Lo podrá hacer.

La humanidad ha probado históricamente que la ausencia de limites a lo único ha producido serias injusticias. En contrapartida, los limitantes a lo absoluto da como resultado el equilibrio.

Que las gestantes hagan lo que deseen con el producto de una relación es su derecho, siempre que no vayan en contra de otro legítimamente contrapuesto. Mientras tanto, a partir de esta semana las mujeres tendrán el monopolio absoluto de la vida, solo ellas decidirán, como humanidad, quien trasciende.