En Busca del Estado Perdido-Las oportunidades perdidas

En Busca del Estado Perdido-Las oportunidades perdidas

México tuvo dos oportunidades históricas no aprovechadas, ambas, en la negociación de los tratados de libre comercio que ha celebrado con Estados Unidos y Canadá.

La aparente integración comercial no es más que un mero ajuste arancelario en productos y servicios manufacturados en los tres países con la finalidad de que sean materia de venta sin impuestos de importación pretendiendo con ello la unificación comercial. ¿Los acuerdos fueron buenos? Sí, si partimos del estricto sentido transaccional, pero no si se observa con una visión unificadora.

La oportunidad de integración debió de tomarse de manera global, lo que implicaba en lo macro control monetario, infraestructura, inversión, legislación y por supuesto aplicación de las leyes.

Para que fuésemos algo más que una enorme maquiladora, se deben de elevar e igualar las condiciones materiales con nuestros socios mediante un fondo común presupuestal con la supervisión de los tres Estados para hacer inversión en autopistas, puertos, aeropuertos y ferrocarriles. Si bien es cierto que las vías generales de comunicación han crecido de 1995 a la fecha también lo es que éstas en nada se le comparan con la de los pares comerciales, las mexicanas lucen pobres, anquilosadas, vetustas.

En materia de legalidad no solo no se compite, es el gran lastre. La coyuntura que se presentó en cada negociación -1995 y 2021- se concentró netamente en lo comercial, ahora debemos de cuestionar ¿Por qué no se instituyeron Cortes comunales como el modelo europeo? ¿Por qué no se construyó el Parlamento de Norteamérica? ¿El gran Banco Central? instituciones que traerían seguridad jurídica a la inversión, al manejo de los valores macroeconómicos como son el gasto público, la inflación, la emisión de moneda y adquisición de deuda, evitando obras innecesarias o caprichosas.

El paso para ingresar a las naciones de primer mundo requiere que esté acompañado de garantes que no pongan en discusión como se resolverán las controversias porque el imperio de la ley prevalecerá, eso, se llama Estado de Derecho, no es nuestro caso. En México, las contiendas judiciales -de cualquier naturaleza- siempre son apreciadas con un componente político, económico, social, que provocan que el interés del poder se inmiscuya inclinando la balanza en perjuicio del derecho, constituyendo en la práctica un poder absoluto -perfecto espantapájaros del capital- que seguro no sucedería si las controversias fuesen resueltas por órganos judiciales supranacionales, no en juzgados locales o federales que sucumben a todo tipo de presiones.

En materia de seguridad a la soberanía nacional es verdaderamente terrible la situación. Mientras las instituciones encargadas de velar por esta son usadas como policías locales, se han dejado abiertas las puertas -de par en par- a las incursiones del extraño enemigo: hay saqueo a nuestro mar territorial, el espacio aéreo es constantemente invadido, la frontera sur es una coladera por la que todo pasa -personas, armas, droga, contrabando-, nuestra industria fundamental -petróleo, electricidad, minas- en el abandono es absoluto, la preocupación del Estado está en combatir a un cartel mientras pareciere que se protege a otro.

Los soldados y marinos nunca han estado en un teatro de operaciones -es su vocación- no se los permitimos, los concentramos en tareas ajenas a su formación castrense. El gran bloque comercial era la ocasión para la concepción del escudo defensivo de Norteamérica y que nuestras fuerzas armadas se centren en las tareas propias de su esencia -el combate al invasor, al intruso- generando con ello la identidad con su pueblo, orgullo de las armas nacionales y consecuentemente el interés por la honorable carrera de las armas.

Muchos dirán que esto pone en riesgo la soberanía nacional, no, lo que pone en grave riesgo es el interés mezquino de quienes todo ganan en la condición en que se encuentra el país, a ese grupo le conviene que México siga por el rumbo perdido.

El Parlamento de la Norteamérica, El Banco Central del Norte, La Corte Común de Justicia del Bloque, El Ejército del Norte, todo ello elevaría la calidad de nuestros políticos, financieros, economistas, abogados, jueces, militares, logrando la verdadera integración de Canadá, Estados Unidos y México, fusionando las fuerzas elementales del Estado con fines comunes, bajo la vigilancia de los socios a fin de minimizar en lo posible la corrupción, concentración de poder y mafias, que por ahora -en el caso mexicano- nos ahogan.

Dejamos pasar la oportunidad, quizá esa fue la intención.

TFA

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