En Busca del Estado Perdido-Liderazgo

En Busca del Estado Perdido-Liderazgo

El liderazgo es una cualidad inherente a aquellos que producen la convicción en un grupo de alcanzar objetivos comunes, uno de sus principales atributos es el escuchar, analizar opiniones, para después accionar.

No puedo imaginarme a Julio César organizando al ejército Romano sin tomar en cuenta la visión de sus jefes, seguro sin ello jamás habría surgido la demoledora frase de ‘veni, vidi y vici’.

El liderazgo implica soledad, al final del día es el líder frente a sus decisiones que, sopesando pros y contras, las toma en intimidad; sin embargo la historia nos muestra que ha habido gigantes de la humanidad que no escucharon consejo -Napoleón invadiendo Rusia, John Kennedy para atacar Vietnam, Hitler incursionando Rusia, el argentino Leopoldo Fortunato Galtieri asaltando Las Malvinas- para finalmente echar por borda el proyecto común y dejar de ser líder, transformarse en fracasado, derrotado, vergüenza y lo peor, peligro para la nación.

El hundimiento del líder tiene innumerables efectos colaterales, se crea desánimo en la colectividad, la desesperanza se enraíza dando paso al desconcierto, como una orquesta sin director, cada uno con su propio tono, no hay armonía, únicamente se produce ruido.

La pérdida del liderazgo puede apreciarse a través de dos vías:  la de la percepción y la de los hechos. La primera surge de la sensación de que hay una ausencia de fuerza que nos empuje al fin colectivo común, lo sentimos, vemos ajeno a quien dirige, su discurso, sus tesis, ideas, lenguaje, nos es extraño. En los hechos, su actuar nos lastima, nos molesta, lo consideramos una afrenta a lo que nos une, a lo universal, al sentimiento nacional.

Luego, cuando el líder deja de escuchar, toma decisiones propias, como forastero en su propia tierra. Se vuelve autoritario y al serlo no se le sigue por convicción sino por temor.

López Obrador ha perdido el liderazgo -no el poder- y no hay que celebrarlo, si no lamentarlo.

Los objetivos comunes que dieron lugar a su aplastante victoria han quedado sepultados bajo el odio, coraje y frustración presidencial; gobernar no resultó igual que estar en campaña, hacerlo, implica altura de miras, visión de Estado, visualizar más allá del interés de unos en beneficio de todos. Lo perdimos. México lo lamenta porque en nada nos beneficia. Vivimos polarizados, en violencia, denostados en el exterior, burlados.

La semana terminó con el llamamiento que hizo el Parlamento Europeo al Presidente López Obrador para que cesen los ataques a los comunicadores de la opinión pública -pilares de la democracia- dando lugar a una respuesta instantánea del Ejecutivo Mexicano en la que se mostró rabia, impulso y ausencia de consejo en su elaboración.

Es evidente la soledad del Presidente, palpable en sus reacciones ajenas al Estado. No podemos soslayar que todo líder antes que nada es un ser humano que, como todos, puede amanecer de mal humor, reñir con su pareja, angustiarse por sus hijos, enfermarse, pero siempre tienen un equipo que equilibra sus malos momentos para producir las mejores decisiones del país.

Al parecer López Obrador a poco más de medio sexenio está solo, ¿Dónde está Ebrad, Monreal, Lázaro Cárdenas, Mario Delgado, Sheinbaum, Porfirio Muñoz, Adán Augusto e incluso los expresidentes? ¿Acaso no opinaron en la respuesta al Parlamento Europeo? ¿No fueron consultados? ¿Por qué lo dejan sólo?

El líder se equivoca cuando actúa sin el consejo del equipo, porque cuando se reacciona consensuando, aún tomando las más controversiales decisiones, se evalúan males menores frente a los mayores evitando actuar por impulso, se calculan daños, pero se avanza bajo el interés general.

La desventurada respuesta al Parlamento Europeo prueba que perdimos al líder, lo más preocupante es que al equipo también. Hoy los mexicanos estamos bajo el escrutinio único de quien impulsó a esta nación a confiar en él, ahora en soledad, sin idea ni ideal. Su equipo, es evidente, no lo sigue, le teme.

Por el bien de México que vuelva el líder, el que prometió acabar con la corrupción, generar crecimiento sostenido de la economía, terminar con la pobreza y que desaparezca el autoritarismo resultado del pensamiento único.

¿Dónde está Andrés Manuel el luchador?

TFA

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