En Busca del Estado Perdido-Una nueva cultura política

El debate es componente esencial de un sistema democrático, a través de él se confrontan ideas para llegar al convencimiento, el fin no es que haya vencedores y vencidos sino convencidos. Con este ejercicio se emiten conclusiones en miles de sentidos, pero las principales son para evaluar la responsabilidad política y administrativa de quienes ejercen el poder público. Es en esta dirección que la 4T ha generado un interés inusitado de la sociedad en los temas de gobierno. Hoy con frecuencia las charlas en todos los niveles y lugares versan sobre el tema político, haciendo que los puntos de vista se expresen en una u otra orientación.

El Presidente López Obrador, un político con gran manejo de la información, ha logrado insertar en el imaginario social la agenda diaria del debate nacional, lo que necesariamente implica que permanentemente atraiga la atención pública. A diferencia del presente, en los viejos sistemas nos recetaban cotidianamente las actividades presidenciales a través de los noticieros nocturnos nacionales como el principal punto de información -incluso sobre temas internacionales- pero sin cuestionamiento alguno. El Presidente decía y decidía pero no se abría a la discusión. Muchos callaban.

Actualmente la práctica de gobierno es diferente, la base fundamental de éste se centra en el debate, el contraste de ideas y posturas es permanente a tal grado que ha permeado a toda la sociedad; basta una lectura a las columnas de diarios, asistir a foros de partidos políticos, intelectuales, estudiantes, trabajadores, profesionistas, influencers, jóvenes, deportistas, en todos estos grupos se advierte la constante, la discusión, enriqueciendo la cultura política de la sociedad y a la postre la vida de la república.

Siendo la finalidad en un cotejo de ideas concluir en un convencimiento, es claro que la polarización no es su objeto, porque ésta genera separación que al final se traducen en lastimados, perdedores y ganadores.

El trabajo de esta administración sobre esta vertiente ha sido el correcto, es verdad, históricamente no se había entredicho tanto a un presidente, cada día es común, quizá -en ocasiones evidentemente- no le guste al titular del ejecutivo, pero es tolerante ante estos embates, de esta forma la democracia ha avanzado consolidándose, a diferencia del pasado que se equiparaba como alta traición confrontar al primer mandatario, para muestra un botón: ahí está el 68, el halconazo del 71, quizá Ayotzinapa.

Sigamos dando pasos en la tarea de la integración social en todas las cuestiones de interés público, esencialmente en la valoración de las prácticas políticas administrativas de quienes ejercen o pretender ejercer el poder. Hablemos, expresemos ideas, señalemos, que aflore nuestra inconformidad cuando así lo estimemos, defendamos ideas y busquemos convencer a aquellos que no compartan las propias, es en esta medida que fortaleceremos nuestra vida democrática.

Después de la polémica, alcanzado el convencimiento, que este nos lleve a acciones concretas para que no quede sólo en una controversia el ejercicio de gobierno.

Rincon.virgilio@gmail.com

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