En busca del estado perdido-Where’s my jet? 

En los años 90, Pepsi enfrentó una gran lucha publicitaria con su eterna rival Coca-Cola, en esa década atestiguamos la enorme imaginación de quienes a través de comerciales buscaban convencer de las bondades de sus bebidas frente a las de la competencia.

Michael Jackson, Madonna, Aretha Franklin, Britney Spears, Janet Jackson, Ricky Martin, Kiss -por citar algunos- fueron contratados por Pepsi para promover sus bebidas mediante anuncios que marcaron un hito en la publicidad. 

Luego, para generar más ventas, Pepsi promovió en el mercado ganar puntos canjeables por bienes que iban enfocados a la llamada ‘Nueva Generación’ -sector ‘target’ de la compañía- de manera que, mediante etiquetas recortadas de sus productos estas se pudieran intercambiar por lentes, chamarras, camisas -todos de reconocidas marcas- la idea circundaba en torno a ‘porque eres nueva generación me compras y a cambio tendrás bienes que te distinguirán del resto de las generaciones’.

La campaña funcionó, el mercado mayoritariamente dominado por los ‘rojos’ -así se le conoce a Coca-Cola en el medio – poco a poco fue desplazada de la absolutez para que Pepsi se hiciera de un porcentaje importante -no mayoritario- del consumo de las bebidas azucaradas.

Sin embargo, Pepsi con el afán de fortalecer su presencia en el mercado lanzó una oferta inusual: Un fabuloso avión de combate ‘Harrier’ por 7 millones de puntos.

Ante esta posibilidad John Leonard un joven estudiante de Preparatoria de Seattle se propuso reunirlos para ganarse el jet y lo logró. Presentó su reclamo a la compañía refresquera, pero ésta no se lo entregó bajo el argumento de que el anunció era una broma, afirmando que ‘nadie en su sano juicio creería que era posible obtener un avión militar a cambio de beber Pepsi’. Leonard apoyado por un millonario simpatizante con el entusiasmo del joven, demandó a la empresa por el cumplimiento de la oferta. Curiosamente para el sistema judicial de los Estados Unidos que el común es resolver los casos por un Jurado, el de John fue resuelto por una Jueza que le negó el derecho a Leonard -la argumentación del fallo es muy divertida por absurda- echando por tierra las expectativas del joven de hacerse de su avión -de haber sido presentado ante un Jurado es muy probable que hubiesen simpatizado con la causa del joven-.

Hoy el juicio conocido como Leonard vs. PepsiCo, es materia de estudio en la mayoría de las escuelas de leyes de la Unión Americana, inclinándose la academia por darle la razón al demandante John Leonard. La historia dio lugar a una recomendable serie de Netflix.

El caso me recuerda alguna oferta que los mexicanos recibimos de la ‘rifa del avión presidencial’: ¿Quién lo ganó? ¿Se le entregó? ¿Por qué no? ¿Por qué se nos hacen ofertas que no se cumplen? ¿Se pudiera demandar el cumplimiento de la oferta del avión presidencial? ¿Cómo sentenciaría un Juez mexicano?

El pueblo es noble, pero ¿por qué abusar con promesas que no se cumplen?

Entiendo que hay compromisos de campaña que por circunstancias políticas puede justificarse su falla, pero dar, rifar o entregar no es más que un acto de voluntad que no depende de nadie más que quien la formula.

El ganador debe de estarse preguntando: Where’s my jet?