Eres magia- La base del éxito de un límite es la congruencia 

Como hemos establecido en columnas pasadas, los límites los podemos definir como un espacio que una persona habita, pero son más que un territorio físico, son un lugar donde nos sentimos mental, física y emocionalmente protegidos. Cuando hablamos de límites es conveniente utilizar la metáfora de que un límite es como una burbuja, que envuelve por completo a la persona y la protege.

Además nos ayuda a ver dónde empezamos nosotros y dónde comienza el mundo. La importancia de los límites no solo reside en delimitar el espacio personal, pero es esperado que este espacio no se traspase entre personas. Ahí el rol y la importancia del respeto. Poner límites también es tener muy claro qué consideramos propio e importante ya sea pertenencias, derechos, opiniones, ideas, etc. 

Para poder adentrarnos más en este tema es necesario conocer cual es la diferencia entre un acuerdo y un límite, ya que estos no son lo mismo. Por un lado tenemos el acuerdo, este se platica y comunica entre dos o más partes, y tiene como objetivo llegar a un punto medio, un acuerdo en otras palabras. En donde todas las partes involucradas este de acuerdo y se comprometan a poner de su parte.

Por ejemplo en una discusión por x problemática en  una relación. Pongamos un ejemplo común, problemática: pareja pelea por los tunos para lavar los platos y tiene como solución un acuerdo de que un día uno lava los platos y el siguiente día el otro. Lo crucial para que un acuerdo sea exitosos es que ambas partes participen y retroalimenten para poder llegar a una solución.  Y al final estén de acuerdo para que si se cumpla. Ya que si una de las partes no esta de acuerdo o no se siente tomada en cuenta, no va a cumplir su lado del acuerdo. Por otro lado, tenemos el límite, en el cual no se necesita de otra persona, no se necesita que la otra persona ponga o haga algo de su parte.

Un ejemplo de límite sería: durante una conversación decirle al otrx “si vuelves a subir el tono de tu voz o si vuelves a decir alguna cosa insultante, me voy a retirar de este espacio y de la conversación. Aquí planteas tus reglas de interacción con los demás, pero no es necesario que ellos estén completamente de acuerdo para cumplir con las consecuencias. 

En el título se plantea que la base del éxito de poner límites es la congruencia. Antes de tan solo pensar poner límites tenemos que hablar de la relación que tenemos con nosotrx mismx y por qué sin ella es imposible poner límites. Primero que nada necesito conocerme para poner límites por que necesito saber qué si me gusta, que no me gusta, cuándo me siento vulnerable, desprotegida agredida, etc. Primero tengo que conocerme por completo para saber como funciono y como me gusta que las demás personas funcionen conmigo. Los límite son como un manual de reglas que le compartimos a los otrxs.

Pero más que nada, la importancia de los limites reside en que le enseñamos a los demás a cómo tratarnos. Y de ahí se desprende la relación contigo mismx y el tema de la congruencia. La gente aprende en gran parte a través del aprendizaje vicario que es el aprendizaje a través de la observación. Los demás observan como me trato a mi mismx. Si yo me digo cosas como “ay que tonta se me olvidó esto”, “no voy a poder”, “soy débil”, “que fea me feo”, por más “en broma que pueda ser”. ¿Qué va a detener que el otro, el que me observa, no me trate así? Si yo no me respeto, si yo no soy incondicional, si yo no soy congruente, si yo no me aprecio, no soy amable conmigo, por que alguien más si lo sería?

Esto perfectamente se traduce a los límites. Si yo digo cosas como “¿ya no le voy a hablar a mi ex ya me voy a poner como mi prioridad” (yo poniéndome un límite a mi misma) y no lo cumplo. ¿Por qué alguien más, un tercero, debería de respetar los límites que yo le pongo, si yo no sigo los míos? Si yo digo “ya me voy a tomar un descanso del trabajo o voy a poner límites en mis horas laborales por que trabajo de 7am-11pm y mi horario es de 7am-5pm”, hazlo. De lo contrario no solo estas rompiendo el límite que te auto pusiste, si no, cada vez que no seas congruente con lo que quieres y con tus prioridades, es como una cortada nueva a tu autoestima. 

Otro de los pilares para poder adentrarnos al mundo de los límites es la gestión emocional. Que hace referencia a poder identificar las emociones y expresarlas de manera funcional y sana. Otra manera de ver este proceso es la regulación emocional. Esta es necesaria para poder poner límites ya que muchas veces lo que nos impide ponerlos, es la poca tolerancia a la frustración que tenemos. La tolerancia a la frustración es la habilidad que tiene una persona para poder tolerar la incomodidad que surge a partir de la frustración. La frustración así como muchas otras emociones, más allá de ser negativas son displacenteras, es decir se sienten feo. Este displacer sucede a nivel físico, mental, y nuestra primera reacción siempre es querer evitar este displacer de entrada o hacerlo desaparecer lo mas rápido posible. Esto se traduce a no tener tolerancia a sentir el displacer. 

En el ejemplo común de un infante que hace un berrinche por que la madre le dijo que no le iba a comprar un juguete o un dulce. Lo que aprendemos es: la madre intenta poner un límite con el infante. El infante llora ya que posiblemente siente frustración, ira y/o tristeza y la madre finalmente se lo da. El niñx aprende en un nivel superficial que si llora o hace un “show”, la madre va a ceder. Pero más allá de eso, el infante no aprende a sentarse con esos sentimientos incomodos y displacenteros. Aprende a hacer lo que tenga que hacer para poder evitar el displacer. ¿Qué no es esa la relación que muchxs tenemos con las emociones? Evitar a toda costa “sentir feo”. Tener una relación así con nuestras propias emociones lo único que provoca es que nos disociemos de ellas y vivamos peleadxs con sentirlas en vez de aprender a gestiónalas es decir dejarnos sentirlas. 

Al final podemos hacer una línea de prioridades: Primero tenemos que conocernos los suficiente: lo bueno y lo malo y en medida de lo posible aceptarlo. Después, aprender a gestionar nuestras emociones especialmente aceptando el displacer y solo sintiéndolo sin huir de él. Y por ultimo, poner límites empezando por nosotrx mismxs para después poder replicarlos en las demás relaciones. Todo con el objetivo de crear relaciones sanas con nosotrxs pero también con los demás, teniendo como base la comunicación y la responsabilidad afectiva.