¡Fuera cadenas!- Dejémonos de eufemismos

Octavio Ocaña fue víctima de un homicidio a manos del Estado, fue víctima de una ejecución extrajudicial. 

Durante el transcurso de la tarde del viernes 29 de octubre, Octavio Ocaña murió a manos de la policía de Cuautitlán Izcalli, Estado de México. Supuestamente, tras una persecución, él chocó en la autopista Champa-Lechería. Por causa de ese choque, el Estado dice que él accidentalmente se dio un balazo en la cabeza pues, a decir del mismo Estado, él venía conduciendo con un arma en la mano.

La narrativa de la policía no cuadra: primero, ellos dijeron que no habían disparado. Sin embargo, días después, se reconoció por la corporación policiaca que —durante la persecución— los policías sí le dispararon al vehículo que conducía Ocaña para intentar detenerlo. Las preguntas que aquí se arrojan son: ¿quién les dijo que así se detenían vehículos?, ¿tomaron las precauciones necesarias para no poner en riesgo las vidas tanto de Ocaña, sus acompañantes y las personas que se pudieren encontrar por esa zona?

Luego, la narrativa de la policía es que Ocaña impactó su vehículo contra un muro de contención, es decir, atribuyen esto a Ocaña. Sin embargo, de videos que han circulado en redes, se aprecia que la patrulla 24709 —la cual es una camioneta tipo pick-up— tiene chocado el lado derecho de la parte delantera, al tiempo que la camioneta de Ocaña está chocada del lado izquierdo de la parte trasera. Tal pereciere que el auto de Ocaña fue detenido por la policía con la maniobra PIT.

Independientemente de la forma en que se hubiere detenido el vehículo de Ocaña, lo más sorprendente de los videos que circulan en redes son dos cosas: primero, que él seguía vivo al momento en que se captaron esos videos y, segundo, que no tenía arma alguna en sus manos al momento en que se tomaban esos videos. Llama mucho la atención que los policías no hacen nada para intentar salvarle la vida a Ocaña, sino que simplemente están todos detenidos alrededor del vehículo chocado tomándole videos e, incluso, se aprecia un elemento policial dentro del vehículo en el asiento del copiloto haciendo cosas que sólo genera la sospecha de que la policía interfirió con la escena.

En lo relativo al arma que supuestamente tenía Ocaña al momento del choque, en el video no se aprecia tal arma, aunque sí hay imágenes de él empuñando un arma. Incluso, el padre de Ocaña ya reconoció que su hijo sí traía un arma. Aquí la cuestión es que hay imágenes de Ocaña con una pistola en sus manos y hay otras en las que no tiene arma alguna. Esto evidencia que la policía sí manipuló la escena, ya sea para retirarla o —hay suspicacias sobre esto— plantar esa arma. También dice el papá de Ocaña que el calibre del arma de su hijo no coincide con aquel de la bala que le fue disparada a su cabeza, lo cual sólo genera más sospechas sobre el actuar policiaco.

Desafortunadamente, la mala fama de la policía del Estado de México —hay noticias sobre su abuso de autoridad, falta de profesionalismo, tortura y corrupción— nos generan la presunción de que Ocaña no se disparó a sí mismo cuando supuestamente él mismo chocó su camioneta. La imagen de los policías que manipulan la escena del crimen; toman videos de Ocaña mientras está agonizando, al tiempo que nadie se preocupa si quiera por rápidamente llevarlo ellos mismos a un hospital me hace creer que Ocaña fue víctima de una ejecución extrajudicial; esos policías querían muerto a Ocaña, tan es así que simplemente lo dejaron morir allí.

Desconozco si esto es sistemático, pero algunos testimonios que he leído del actuar de la policía del Estado de México me hacen creer que ello es así. Es de suma preocupación que el modus operandi de una corporación del Estado sea esa: la de propiciar la muerte de los ciudadanos.