Reflexiones del galeno-Más vale llegar tarde, que no llegar nunca

Todos hemos llegado tarde a algún lugar; al trabajo, a la escuela, al aeropuerto, a casa. Y siempre pensamos que la culpa es de todos los conductores frente a nosotros que manejan más lento. Entre gritos, pitidos, y maniobras automovilísticas, no solemos ponernos a pensar lo que representa el movilizarnos en un automóvil. Manejamos a 60-80 kilómetros por hora una maquinaria de 2.9 a 4.2 toneladas de peso y en nuestra prisa pensamos que es buena idea driblar otras maquinas de varias toneladas en movimiento. Para ponerlo en perspectiva, 3 toneladas es aproximadamente el peso de un elevador lleno de personas, o la estatua del toro de Wall Street.

En América, uno de cada 10 accidentes en automóvil termina en un evento mortal, y en el 2020, México se encontraba en el séptimo lugar mundial de siniestros viales con un promedio de 24 mil fallecimientos en promedio al año. Investigaciones recientes hablan de que no solo estamos aumentando el promedio de velocidad con el que manejamos habitualmente, sino que los conductores tienden a distraerse más con estímulos que provienen dentro del coche, que aquellas cosas que pasan en el exterior (principalmente el distractor principal se ha encontrado que es manejar con el celular en la mano). El bajar la mirada por 2 segundos a 60km/hr significa no poner atención al camino los siguientes 33 metros, casi la mitad que una cancha de futbol.

Si bien un choque puede causar lesiones en las muñecas, manos o cuello, junto a algunos raspones, no hay que olvidar que a la velocidad correcta una persona puede sufrir fracturas de cadera, cráneo, costillas e incluso secciones medulares que pueden terminar llevando a los conductores o a sus acompañantes a terapia intensiva o provocar un daño neurológico permanente. Estudios reportan que es más frecuente encontrar estas lesiones tras un accidente automovilístico en conductores jóvenes, y curiosamente, es más frecuente que choquen quieren manejan solos a quienes llevan uno o dos acompañantes consigo. Probablemente la preocupación de que la vida de más personas depende de la habilidad automovilística de uno puede ser un factor que ayuda a la concentración. Lo mejor es tomar nuestras precauciones, calcular el tiempo que tardaremos de llegar de punto A a punto B y que, independientemente de la hora, no hay que tomar decisiones impulsivas. Siempre es mejor llegar tarde, a no llegar nunca.

TFA