Transitorios-Ya basta

Transitorios-Ya basta

“A mí me duele mi país, repleto de corruptos y de impunidad al tope; sin bandería política, me duele mi país, con la certidumbre de que los actuales y los que siguen no tienen tres ideas para sacar adelante a un país que tocó fondo y donde los apellidos ideológicos parece que avergüenzan a los actores cuya convicción única y exclusiva es el poder a toda costa”.

En memoria de Juan García de Quevedo.
1952-2018

A la distancia, veo cada día como mi país se desmorona, se confronta y se descompone a una velocidad que nunca pensé que fuera posible. La violencia, la inseguridad, la desaparición de personas y la muerte son noticias a las cuales nunca debimos habernos acostumbrado como lo hemos hecho. Ahí perdimos la batalla como sociedad y al no exigirle al estado seguridad, desde hace mucho dejamos en manos equivocadas nuestro futuro.

Sabemos que el Estado tiene como función principal proporcionar seguridad al individuo, libertad en todas sus expresiones y certeza en los derechos fundamentales como el de propiedad, expresión, de culto y todos aquellos que nos hacen humanos. Por eso hay un pacto social, por eso siguiendo a los clásicos, sacrificamos libertad para poder obtener seguridad, pero cuando está se pierde, cuando está se vuelve inalcanzable, cuando está queda como un recuerdo qué les contamos a nuestros hijos o nuestros nietos de otras épocas mejores de convivencia en la ciudad, en la calle, de anécdotas de juventud en donde no temías por nuestra integridad, nos debemos preguntar hoy y desde hace mas de doce años, si México es un estado fallido: considero que sí.

Se dio un cambio de Gobierno hace más de 2 años que prometía una batalla frontal, sin tregua, y directa a la corrupción, sin duda el peor de los lastres y causa de todos nuestros males. La corrupción engendró nuestra terrible desigualdad social, la desigualdad dio origen a la inseguridad, la inseguridad al caos. Hoy nadie sabe cómo salir de estos problemas, cuando ni siquiera existe una idea clara de cómo afrontar los retos que en materia de seguridad vive México y lo más lamentable, la corrupción sigue presente.

Pero hay un grupo de mexicanos, los políticos, que brincan de un partido a otro con la mayor impunidad, sin recato ni pudor. En estos saltos de trapecio todo es posible, desde transitar por los más rojos caminos de la izquierda hasta los más desteñidos senderos del fascismo: todo es pragmatismo, todo es la necesidad de acceder al poder para tener un puesto y con el enriquecerse. No hay intensión de hacer nada por el País, aunque afirmen lo contrario.

Cuando los funcionarios de las más importantes dependencias del gobierno acceden a sus cargos para satisfacer sus intereses, cobrar antiguas facturas o litigar asuntos personales, es sin lugar a duda el preámbulo de un estado que no falló hace 10, 18 o 40 años, sino que nunca demostró que fue viable, a pesar de todos los discursos y promesas de justicia. Hoy como nunca, la falta de valor ético en la política y en la procuración de justicia nos obliga a pensar en un futuro ominoso y lleno de injusticias, que retratan a un estado autoritario y corrupto. Para algunos trasnochados, el sentido patrimonialista de la función pública, esta mas vivo que nunca.

Hoy no hay convicciones, no hay una idea clara de lo que es la ley como acceso a la justicia y a la igualdad; incluso no hay ya respeto, si es que alguna vez existió, a la Constitución. Los temas más serios de nuestra convivencia se sacrifican en aras de obtener ventajas políticas, de desaparecer al contrario, de polarizar el discurso y de generar odio y división entre los mexicanos, ese es un camino sinuoso que puede llevarnos a un retroceso social de alcances inimaginables.

También la sociedad contribuye en este caos, somos distraídos, desatendidos y estamos desinformados de quiénes son y qué hacen los políticos, no conocemos su trayectoria y sólo con las peores campañas mediáticas, sin propuesta alguna, sin ideas ni inteligencia, tenemos un breve acercamiento con aquellos que crearan las leyes o gobernaran a millones de mexicanos. Los candidatos y los partidos buscan obtener votos, no hay tiempo ni capacidad para presentar y defender ideas, hoy la inteligencia cedió al marketing, a la publicidad a las redes sociales. Ahora son fórmulas prefabricadas, no hay respuesta a los problemas, hay temor al debate, a la confrontación de proyectos, no hay fórmula para que México pueda transitar hacia el futuro con desarrollo, libertad, seguridad y justicia, solo es acceder al poder, al precio que sea.

Parece que las circunstancias nos ponen en tiempos de pre-apocalipsis social, política, económica y ética. A pesar del discurso la brecha entre ricos y pobres es cada vez más grande, pasamos de una esperanza de cambio a una realidad que avasalla, a una inseguridad que mata y a un futuro sin luz. Hoy esas promesas fallaron como cada 3 o cada 6 años. Así de pesimista, así de realista.

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