- Lo Más RecienteOpinión
- 28/10/2021
Reflexiones del galeno-Mi padre en esa cama de hospital

En mi última guardia me tocó vivir algo que me ha tenido pensado toda la semana. Era una guardia más, una noche cualquiera en el hospital, yo estaba sentado en la central de enfermería del cuarto piso haciendo un ingreso, hacia cada uno de mis costados corría un pasillo de unos 50 metros lleno de camas de enfermos. A lo lejos se escuchaba solo el “beep” de un monitor cardíaco y la alarma de una bomba de infusión.
Levanté mi mirada, sentí a una persona acercarse, era un hombre, rondaba unos 60 o 65 años, tenía una bata con el logo del IMSS y en el pecho una leyenda que decía “Medicina del paciente crítico”, en automático me enderece y como coloquialmente se dice “me cuadré”, creí que uno de los médicos de terapia intensiva había subido a piso para conocer a un paciente y aceptarlo a su cargo. Para mi sorpresa el doctor se presentó, me preguntó mi nombre y mi rango dentro de la jerarquía académica, me dijo que era hijo de un paciente que teníamos a nuestro cargo, acababa de ingresar unas horas antes, me pidió discutir el caso.
El paciente es un hombre mayor, ronda los 90 años, subió intubado, padece un proceso grave de neumonía, incluso, se llegó a pensar en covid, tiene un pronóstico reservado y el doctor es bastante consiente de eso. Después de presentarle al paciente y dejarlos solos, lo veía desde lejos y pude notar, que incluso, en ese momento, donde su padre estaba recostado, sedado y en condiciones críticas él no podía dejar de lado su profesión, estaba haciendo los cálculos para programar el ventilador, las soluciones y los medicamentos, cálculos que estaban hechos ya por nosotros, pero el corroboró cada uno, verificaba que las bombas funcionaban, ajustaba los parámetros y cada cierto tiempo se permitía sentir, se sentaba a contemplar a su padre.
Entrada la madrugada, fui a la cafetería a comer algo junto con mi residente de mayor jerarquía, porque aunque ya era tarde, no hay verdad más absoluta en un hospital que “primero el diente y luego el pendiente”, apenas terminábamos recibimos una llamada de urgencia, había que correr a la cama de ese paciente, inhaloterapia había avisado que el ventilador arrojó una alarma de “presión de oxigeno baja” y eso es una urgencia pues quiere decir que el ventilador no está trabajando de manera correcta y el paciente puede caer en paro cardiorrespiratorio, era necesario cambiar al paciente a otro ventilador y mientras tanto se tenía que ventilar de manera manual.
Corrimos tan rápido como pudimos, para nuestra sorpresa la situación estaba controlada, para cuando llegamos ya se estaba ventilando al paciente de manera manual, pero no por otro médico de guardia, no por nosotros, por su hijo. Esa imagen me ha dado vueltas en la cabeza desde entonces, él estaba tranquilo, incluso riendo con nosotros, con sus manos mantenía la vida de su padre, dando una ventilación cada 6 segundos y estaba estoico, inclusive dando indicaciones a inhaloterapia de cómo hacer el cambio de ventilador. Sentí un nudo gigantesco en la garganta, no supe qué decir o cómo reaccionar, yo iba dispuesto a sacar a ese paciente adelante, creyendo que lo encontraría en paro cardiaco, pero no estaba preparado para esa imagen, solo podía pensarme en la misma situación, con mi padre en esa cama de hospital, sentí un profundo respeto por el doctor, no puedo decir más; corrí a ponerme unos güantes y mi “R” de mayor jerarquía y yo nos hicimos cargo.
Reflexionando he llegado la conclusión de que los médicos actuamos por instinto y en automático en estas situaciones, impulsados por memoria muscular y es que así se nos entrena a reaccionar, siempre pensando, siempre consientes, pero a reaccionar. No quiero que se piense en el doctor como un hombre frío y distante, apuesto a que por dentro la situación lo superaba por mucho, pero en el exterior el hombre era lo que es, un médico del paciente crítico.
Escribo esta columna para todos nosotros, que somos médicos hasta en nuestros momentos más vulnerables, que ponemos siempre el porvenir del paciente sobre cualquier cosa, sea quien sea ese paciente. Que día a día permanecemos al pie de esa cama. Al doctor toda mi admiración, yo me estoy formando como médico internista para después buscar entrar a medicina crítica, no puedo sentirme más identificado con él, mientras el cuidaba a su padre, me daba una lección a mí.
Aunque atrasada la felicitación, feliz día del médico a todos mis compañeros.
TFA