¡Fuera Cadenas!-Pobreza y exclusión democrática

Siempre fui ese estudiante enfadoso que, por alguna razón, participaba en cada una de las clases. Ahí me sentía muy feliz: vertiendo mi opinión. De igual modo, me gusta mucho participar en actividades musicales Otros, eran muy felices participando en otras actividades: deportes, cultura, política o en las discusiones en reuniones sociales. Creo, por lo que he visto, a las personas nos gusta participar; está en nuestra naturaleza.

La democracia conlleva en su esencia la posibilidad de que las personas participemos en el desarrollo político, social y económico de nuestro Estado. Lo idóneo en una democracia es que los individuos participemos activamente en la toma de decisiones sociales, así como en el debate respecto de todo aquello que les concierna. ¿Qué pasa cuando un grupo de personas no es tomado en consideración al momento de que se elabora un programa social que les afecta?, lo más probable es que el programa o la acción política en cuestión no sea acorde con la aspiración de ese grupo social en particular.

De acuerdo con el Estudio Derechos Humanos y Pobreza, Políticas públicas frente a la pobreza elaborado en 2019 por la Comisión Nacional de Derecho Humanos, Latinoamérica es la región más desigual del mundo. Según los datos que allí expone la Comisión, al 2016 vivían en México más de 62 millones de personas en condición de pobreza. Ese número representaba en aquel entonces poco más del 50% de la población total del país. Más de la mitad de las personas que viven en México son pobres.

La pobreza, según lo plantea el estudio al que hago referencia, genera exclusión social. Al ser excluidos, los pobres tendrán menos participación democrática en la sociedad, es como si se volvieren invisibles para el Estado. Ello causa que los pobres no tengan la posibilidad de participar activamente en la toma de decisiones relativas a las políticas públicas a las que pudieren ser sujetos beneficiados. Así, ante la poca o nula participación ciudadana en la toma de decisiones políticas y administrativas, quienes están en condiciones de pobreza tendrán menos oportunidades para acceder a ciertos derechos sociales tales como el acceso a una vivienda adecuada, educación o salud.

Esto es, la condición de pobreza no solo conlleva los ingresos por debajo de cierta cantidad de dinero, sino que significa la exclusión de los pobres como miembros activos de la toma de decisiones políticas, sociales o administrativas. Por consecuencia, ello también equivale a la privación de derechos sociales, culturales, económicos y ambientales.

En una democracia, es inaceptable que más de la mitad de los ciudadanos se encuentren excluidos de la posibilidad de participar activamente en la toma de decisiones políticas y sociales. No es aceptable que la participación ciudadana se reduzca únicamente a la mitad de quienes vivimos en México. Me parece que necesitamos hacer un llamado a las autoridades para que se creen esos canales que faciliten la comunicación entre las personas que, por su condición de pobreza, se encuentren excluidos de la participación política y social. Estos mecanismos de participación habrán de garantizar tres cosas: primero, que los excluidos cuenten con la posibilidad real de acceder a esos lugares de participación política; segundo, que lo decidido mediante esos mecanismos de participación sean exigibles, sea en sede administrativa o judicial y, tercero, que los resultados sean transparentes.

La desigualdad puede ser atendida, solo necesitamos voluntad social y política para poder incluir a los eternamente excluidos.