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- 16/03/2021
Breve, pero a fondo-Jodorowsky y el cubrebocas

Seguramente escucharon la frase, que más parece consejo: “si no vas a decir algo bueno de alguien, mejor no digas nada (o sea, cállate)”. El propio Alejandro Jodorowsky, ese excéntrico cineasta chileno, nacionalizado francés, pero que se pulió con sus filmes en México gracias a que hizo click su propio surrealismo con el del país, se refirió de alguna manera a esta forma de pensar, lanzando a través de sus redes sociales la siguiente reflexión: “¿Quieres cambiar el mundo?, cambia tus pensamientos”.
Esto me llamó la atención por la gran coincidencia con lo que estamos viendo y escuchando en estos días desde ese recinto histórico, que no deja de ser un Palacio, y que ahora es la casa Presidencial.
Todos los días, más bien, todas las mañanas, sin exagerar, escuchamos algún tipo de comentario para desacreditar al otro, para criticarlo o simplemente, ponerlo en tela de juicio, sólo con el argumento de que se trata de alguien que está en contra de México, de los mexicanos, de los intereses de la nación, del cambio de gobierno, en fin, en contra de la Cuarta, lo que quiera esto decir.
Es algo así como o estás conmigo o estas en mi contra, entonces es un predicamento, porque si piensas diferente puedes ser hasta un traidor a la patria, y esto sí preocupa.
Estar contra los designios dictados desde Palacio te podría acarrear algo más que una seria reprimenda, también la persecución. Entonces más valdría no decir nada en contra, menos recurrir a lo escrito en la Ley para enfrentar alguna controversia o simplemente para contener temporalmente lo que pudiera ser una injusticia. Que a nadie se le ocurra esto, porque el poder máximo, y no me refiero a Dios, sino el que dicta el hombre aquí la tierra, se te puede venir encima.
Los cambios se pueden lograr convenciendo sólo con la fuerza de la razón, no de la imposición, y hay un sinfín de pensadores que así lo han dicho. Entonces cabe aquí la pregunta de Jodorowsky: “¿Quieres cambiar el mundo?, cambia tus pensamientos”.
Hay muchos ejemplos que nos dirían que esto es imposible, tan imposible como recomendar sólo el uso del cubrebocas para reducir de alguna manera el contagio del Covid, que ha resultado, sin duda, mucho más mortífero de lo que predijeron los expertos epidemiólogos de este régimen de la transformación.
Simone de Beauvoir tenía una frase que con los años se hizo célebre: “El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos”. Entonces, el replicar la misma actitud de intolerancia hace más poderoso a quien en los hechos ya lo es y que en la vida real puede (no digo que deba) atacar sin medida y contando con todos los recursos del Estado, a quienes considere sus rivales.
Y cuidado que alguien haga uso de su derecho de réplica, el mismo que él defiende con cierta vehemencia todos los días, porque entonces sí te ganarías a un extraordinario opositor.
Ya lo hemos comentado en este espacio, en este país de inequidades, injusticias, abandonos y carencias, existen miles de historias de heroísmo que deben ser contadas.
Seguramente hay muchísima gente que aporta, contribuye, construye, trabaja honradamente y lucha por salir adelante, enfrentando todos los días lo bueno y lo malo, sin achicopalarse, o sea, sin humillarse o achicarse. Ahí están, en todos los ámbitos, dándole duro, ya sean médicos, enfermeras, obreros, profesionales de todo tipo, campesinos, burócratas, empleados, deportistas, y un interminable etcétera, etcétera, etcétera, de quienes podemos hablar bien, destacar su papel en la sociedad, sin que parezcan sospechosos o enemigos, contrarios o rivales.
Sería bueno, más bien estupendo, comenzar a hablar bien de los demás, cambiar ese tono de condena o crítica, seguramente algo bueno nos traerá. No por nada existe ese dicho, consejo o frase con el que empezamos: “si no vas a decir algo bueno de alguien, mejor no digas nada”, o como lo dijo Jodorowsky: “¿Quieres cambiar el mundo?, cambia tus pensamientos”.
Echémosle una pensada a esto. Hasta la próxima en Breve, pero a fondo.