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- 02/08/2021
En Busca del Estado Perdido-Cuando se roba la pobreza
Según cifras publicadas por el CONEVAL al 2021, en México hay más de 70 millones de pobres de los cuales 31 millones de ellos viven en la miseria, personas que se encuentran en condiciones de extrema vulnerabilidad. A estas cifras hay que agregar más de 9 millones de nuevos pobres consecuencia de la pandemia, lo que da como resultado que tres cuartas partes de la población están en las peores condiciones que nos podemos imaginar. Somos expertos en crear pobres al por mayor y riqueza brutal en unos cuantos.
La vulnerabilidad no solamente es por la falta de ingresos para lo básico -comida- sino para los mínimos esenciales como son vestido, salud, educación, vivienda, -que hablar de diversión-, sin duda alguna somos un país mayoritariamente pobre y miserable.
La pobreza engendra condiciones de indefensión social que se muestran en ciudades perdidas, cinturones de miseria, zonas que no son atendidas por las autoridades, millones que viven en el olvido -son sujetos cotidianos de delitos que no denuncian porque saben que no les harán caso-, en zonas que están en el ostracismo urbano -sin agua potable, drenaje, alumbrado, pavimento, mucho menos seguridad-; viven una tragedia frente a la indiferencia de los demás.
Es común ver a diario noticias sobre robos en el transporte urbano, les quitan lo poco que tienen, los agreden, al grado que los hacen sentir que nada valen, quizá lo peor es la impotencia por la falta de respuestas, ocasionando humillación sumada al hurto que incluye un agravio a lo único que es propiedad absoluta del ser humano: la dignidad.
El despojo de su pobreza no termina ahí: vivimos en un país en donde somos objeto de robos sistemáticos, las gaseras entregan cilindros caros e incompletos, igual las gasolineras, la telefonía fija y celular por años según informes del OCDE es de las más caras e ineficaces del mundo, agreguemos que, por su condición económica, no acuden a las grandes tiendas para buscar ahorro en sus compras las hacen donde pueden al precio que les imponen -artículos de mala calidad, caros-, el transporte público es malo, inseguro y costoso, la falta de policía en sus comunidades gesta que el imperio de la ley es la del más fuerte y cuando las policías llegan es para abusar, extorsionar, levantar, ajusticiar; bandas locales se disputan el botín que representa una población indefensa que a nadie le importa.
Es frecuente encontrar niveles de violencia social en las zonas de pobreza -peleas callejeras con apuestas, anillos de peleas de perros, violaciones, conflictos familiares, niños abandonados, familias destrozadas-, el abandono es evidente, desnutrición, enfermedad, nulas oportunidades, el tejido social no existe, cualquier guión se queda corto frente a la realidad. Todos los días se roba la pobreza y se les deja miserables.
Basta una visita a las ciudades perdidas para darse cuenta que lo narrado se queda corto frente a la realidad.
Duele tanta pobreza y miseria.
¿Es la pobreza producto de la corrupción y mal gobierno? Sin duda alguna la respuesta es afirmativa, evidentemente la nuestra muestra décadas de estas condiciones. Hay que arreglarlo, porque el dejar pasarla vuelve corruptos por omisión, sin embargo, no veo avances en el combate a este flagelo, las dádivas son sólo eso, las políticas públicas deben de ir de lo macro a lo básico sino ¿cómo dar condiciones de crecimiento a quienes nada tienen privilegiando a los que todo acaparan bajo la sed de su voracidad?
La historia se repite y cuestiono: Andrés Manuel, ¿qué los pobres no eran primero?