En Busca del Estado Perdido-La sociedad vencida

El Presidente de la República es un observador más de la inseguridad, en sus conferencias describe lo que ocurre, pero no habla de las acciones que el Estado tomará porque simplemente no las hay. Insiste en reiterar culpas al pasado por lo que acontece, sin darse cuenta de que él ya forma parte de ese pasado con casi cuatro años de gobierno a cuestas.

Vivir en paz en este México prácticamente se circunscribe al hecho de no morir, un país que en lo que va de este siglo ha permanecido en guerra en la que los ciudadanos estamos en constante amenaza y al acecho de grupos criminales, de la inmensa mayoría de policías y autoridades corruptas, el riesgo es cotidiano, la adrenalina forma parte de nuestro ADN.

Las organizaciones criminales controlan gran parte de la actividad económica, cobran sus porcentajes a productores agrícolas, industriales, constructores, el ‘piso’ a comerciantes, incluso a iglesias, nadie se salva. Claramente es la derrota de cuatro gobiernos, dos panistas, un priista y el actual. No hemos podido.

Las causas de la delincuencia no son la pobreza, porque de serlo México sería un país absolutamente criminal por sus más de 80 millones de pobres, las principales causas son la impunidad y la corrupción policiaca asociada al crimen que en mucho de los casos está comprada y entregada al mandato de los ‘jefes de plaza’ no a la ciudadanía.

El crimen ha roto el tejido social, éste simplemente no existe. Los otrora clubes sociales,  deportivos, fundaciones, asociaciones religiosas, instancias comunales o vecinales que generaban reuniones para discutir lo que a todos interesaba ya no lo hacen, el temor les ha ganado, la sociedad se repliega, se desune, no interesa lo que a otros les ocurra, lo más importante es cuidar a los propios. Si alguien desaparece la tesis será ‘andaba en malos pasos’, si es acusado ‘quien lo viera’, la ley es ‘todos contra todos’ y por ende ‘Sálvese quien pueda’.

Lo grave no termina con nuestras actividades sociales, pues también ha permeado al gobierno, desde el municipio hasta altas esferas se han visto tocadas por el crimen, resultando en un desequilibrio absoluto en el Estado de Derecho, a la postre inseguridad física y jurídica para propios y extraños. Hoy gobiernos extranjeros recomiendan solo viajar a dos estados de la Unión Mexicana, Yucatán y Campeche, el resto son altamente peligrosos. Una anarquía delictiva.

A partir de la muerte de los sacerdotes Jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora del guía de turistas Pedro Palma, le pusimos rostro a las víctimas generando identidad social con los muertos, hablamos de nombres no de cifras dando inicio al reclamo, que se advierte será generalizado, contra el manejo del gobierno al combate a la delincuencia.

No se debe tolerar más muertos, más desaparecidos, más levantados, que la cultura de la tortura no desplace al derecho, regresemos a rehacer la estructura social y a través de ésta reclamemos el orden que el gobierno debe darle al Estado, el orden que nos debe como garante del bienestar que no tiene más fundamento que el respeto al derecho, a la igualdad del débil frente al poderoso, a la solvencia de las instituciones que deben estar a la altura de esta nueva sociedad ahora más educada, más demandante, pero sobre todo mucho más informada.

Hagamos que valga la pena, que este siglo no sea perdido como hasta ahora ha transcurrido, en donde claramente los gobiernos no han podido y no se avizora que vayan a poder.

Que el Estado no se nos vaya de las manos porque el Estado somos nosotros mismos.     

TFA