- Lo Más RecienteOpinión
- 24/06/2021
Eres Magia-Las niñas que fuimos

Este es un texto escrito especialmente pensando en mis mujeres, en aquellas hermosas mujeres que me leen. Me gustaría que reflexionáramos sobre algo que ha estado en mí cabeza últimamente. Cualquier persona que me lea estoy segura de que se puede identificar con esta reflexión, pero esta columna tiene dedicatoria.
¿Recuerdan cuando éramos pequeñas? Unos 5 o 6 años, ¿Recuerdan los juegos que jugábamos? Las muñecas, las historias, los juguetes, la vez que jugamos en la playa, en un parque, en la naturaleza y con otros niñxs. ¿Recuerdan cómo éramos?, ¿Cómo nos sentíamos? Sin complejos, sin inhibiciones, sin restricciones y sin estereotipos que cumplir. Nuestras prioridades y preocupaciones eran otras. Nuestros pensamientos: “¿Cuándo puedo irme a jugar?”, “¿A qué voy a jugar?”, “¿Con qué voy a jugar?” y “¿Cuánto tiempo tengo para disfrutar el juego?”. Cosas que no eran nuestras prioridades: nuestra ropa y nuestro cuerpo. Píntenos otro escenario. Una visita a la playa con la familia o amigos, nos elegían nuestro traje de baño, usualmente uno con flores o de color rosa. Nuestra única prioridad, ir a jugar en la arena, toda la tarde, intentando construir castillos y jugar con las olas. Nuestros papas correteándonos tratando de protegernos del sol embarrándonos bloqueador por doquier, como fantasmas blancos regresábamos a lo nuestro, la construcción de ese castillo. Una niña feliz, corriendo disfrutando del tiempo y de su vida. A esta niña lo ultimo que le importaba era que su pancita se saliera del traje de baño, que su traje estuviera chueco, incluso, a veces se quitaba el top o el calzón por comodidad, claro, al tener tanta arena era irritante e incómodo.
Ella prefería estar cómoda jugando, esas eran sus prioridades. Recuerdan también esa icónica foto que estoy segura que todas tenemos en donde nos pedían posar y nuestra pose de cajón era pies uno enfrente y otro de lado, o a veces en punta, brazos recargados en la cadera, pecho y torso echados hacia al frente, barbilla arriba y una sonrisa de oreja a oreja. ¿Panza metida? Para nada, ¿Cuál panza, de que me hablas?, ¿Vellos depilados?, ¿Qué es depilación? Nada de eso, solo una pose de empoderamiento y felicidad. ¿En que momento dejamos de ser esas niñas?
Claro que podríamos decir: éramos niñas, no mujeres, esas cosas no importaban. ¿Y por qué ahora sí?, ¿Qué cambió? Creo que la respuesta cambia para cada una de nosotras, pero las causas coinciden en muchos ámbitos. En primer lugar creo que vivimos en una sociedad en donde los estándares de belleza son estándares estratosféricamente demandantes, y lo más importante irreales e inalcanzables. Especialmente para las mueres ya que vivimos en una sociedad no solo patriarcal pero capitalista en donde en muchos ámbitos somos vistas y tratadas como productos. Ahí entra la idea irreal de la perfección, en el intentar alcanzar estos estándares irreales.
Claro que los estándares y la lucha por la perfección no conoce géneros, pero esta columna es para mis mujeres y nosotras somos el tema de hoy. Continuemos con esta palabra “irreales”, porque honestamente eso es lo que son. ¿Cómo esperamos alcanzar algo que nadie alcanza? Ni estas personas llamadas “modelos” que se supone “representan” el epítome de la belleza, realmente ellxs tampoco la alcanzan, eh ahí la necesidad de Photoshop y los millones de aplicaciones para “corregir” y “embellecer”. En otras palabras fracasamos antes de intentarlo. Excelente, eso hará muy bien para la autoestima, la imagen corporal y el amor propio. Amor proprio que a esa niña le arrebataron.
Actualmente la realidad es que dejamos a estas niñas atrás cuando comenzamos a crecer y se nos comienza a demandar, exigir y limitar. Tenemos que entender algo, todo esto se aprende, no nacemos con todas estas demandas, ni con estos estereotipos, ni reglas, ni expectativas. La sociedad es la que lo impone y si estamos inmersas en esta cultura parecería que no hay escapatoria. Si bien la sociedad lo impone, nostrxs no estamos acostumbradas a cuestionarlo, creemos que es así y lo aceptamos. Es hora de cambiar este discurso y esta en nuestras manos hacer algo al respecto.
Actualmente, esta tan normalizado y tan incluido en nuestra cotidianidad que se ha vuelto una cultura. Llamémosle “la cultura de la belleza irreal e inalcanzable”. Cambiarlo o modificarlo se ha tornado en una tarea titánica. Sin embargo, propongo lo siguiente: tendríamos que revaluar y ser pensadores más críticos desde el inicio. Preguntarnos realmente ¿Qué es la belleza para cada unx de nosotrxs?, ¿Cuáles realmente son mis prioridades?, ¿Dónde encuentro la felicidad?, ¿Qué me gusta?, ¿Qué no me gusta? ¿Qué puedo cambiar? Y lo que no, ¿Cómo empiezo mi camino a la aceptación y quizás con suerte al amor propio? Si nos convirtiéramos en pensadores más críticxs y revaluáramos nuestras ideas, conceptos, percepciones y realidades poniéndonos a nosotros como prioridad créanme que el cambio individual y por ende a nivel sociedad sería enorme. Es hora de cambiar la conversación.
Es hora de ir por esa niña y decirle “eres bella tal y como eres nunca lo olvides”, y no solo eso, decirle que los estándares de belleza de la sociedad no importan, ella tiene que crear los suyos. Aprender que la belleza es relativa y que realmente todxs somos bellos. Por qué la belleza es un constructo social y así como se construyó se puede deconstruir y reconstruir, crear nuevamente para satisfacer a cada individuo. Basta de perpetuar este discurso de “tengo que verme así”, “tengo que arreglarme”, “tengo que mejorar mi apariencia” “ew, celulitis” “guácala, estrías”. Si más del 90% de la población tiene vello, tiene estrías y tiene celulitis cuál es el punto en satanizarlo, en ponerle la etiqueta de “horrible” o “a mejorar”.
La celulitis no es algo que tenemos que arreglar, es algo natural. El vello no es poco higiénico, es natural. La diversidad de cuerpos no es algo poco saludable, es una realidad, que no tiene nada que ver con la salud y hábitos de una persona. Vayamos más allá de lo que se nos impone. Que sean decisiones no imposiciones lo que queramos hacer con nuestra cuerpa y con nuestra persona. Tenemos que hacerlo mejor, como sociedad nos debemos eso a nosotras mismas y se lo debemos a esa niña que fuimos. Seamos mejores modelos para las futuras niñas y mujeres.