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- 25/03/2022
Reflexiones del Galeno – Dolor en el pecho

Se hacían las nueve de noche en un servicio de urgencias cuando acude un hombre de aproximadamente 35 años de edad, con expresiones de dolor, apretando su pecho con su mano y solicitando atención médica.
Lo pasamos a un cubículo para iniciar su atención donde nos comenta que le falta el aire, que su corazón se acelera y siente una presión en su tórax. Nos asustamos al pensar que pudiera tratarse de un evento cardiaco por lo que tomamos sus signos vitales y un electrocardiograma, pero nos damos cuenta de que todo parece estar dentro de los parámetros normales. Durante el interrogatorio encontramos que esta semana sufrió un evento familiar catastrófico- el fallecimiento de un hermano. Esa misma semana ocurrió el evento, se veía tristeza en su mirada, en sus expresiones y se acercaba al llanto cuando le pregunté como se sentía al inicio de la consulta. Su padre con un semblante más bien estoico respondía las preguntas que le realizaba mientras el paciente se quedaba con una mirada baja y esperando a que terminara la exploración para corroborar que todo se encontrara bien.
“Hasta el momento todo se ve bien, pero ¿cómo te sientes?” le pregunté a lo que el paciente contesta que desde el domingo que no ha tenido un momento de paz: hace años falleció otro de sus hermanos, haciendo que ellos dos se unieran más que nunca… por lo que el impacto fue más fuerte que la primera vez. Se mostraba enojado, triste, irritado por la conclusión la vida de su hermano, de la cual prefirió no hablar mucho. Tenía días sin dormir, sin querer comer e incrementó su uso de alcohol, sin embargo, al iniciar con esta sintomatología sintió que algo no estaba bien. Su padre comentó “Yo también siento ese dolor y esa presión en el pecho, pero ah querías venir al doctor”.
En ese momento creí que sería conveniente comentarles que a pesar de que el dolor en el alma no puede ser medido con las herramientas físicas del consultorio, existen repercusiones físicas que pueden llevar a preocuparnos. Se ha demostrado que el fallecimiento de una pareja puede aumentar hasta 2 veces el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, aumentar la mortalidad en general e incluso hay estudios que reportan que una persona puede sufrir un infarto 21-28 veces más que la población general en las primeras 24 horas después de la muerte de un ser amado. Nuestros cuerpos cursan un proceso de adaptación mental, emocional y física: nuestros corazones pueden latir más rápido, nuestra presión arterial sube, se alteran los niveles de las hormonas que manejan nuestra tolerancia al estrés, asícomo en los factores que controlan nuestro sistema inmune.Si bien en este momento no presentaba un evento de urgencia, nunca hay que dar por alto las molestias que podrían presentarse tras una situación como esta.
“En este momento no puedo imaginar el dolor que sienten, pero no hay razón para estar solos en este proceso”, una vez que corroboramos que todo se encontraba bien les recomendé recibir atención por un profesional de salud mental. Todo el mundo procesa el dolor de forma diferente por lo que un guía pudiera encontrar la mejor manera de ayudarlos a vivir el proceso, idear una forma de recordar con cariño y dejar que la herida vaya sanando poco a poco. No es un proceso rápido y no existen pastillas para curar un corazón roto, pero siempre el sol volverá a salir para recordarnos que existe el final incluso en la noche más oscura.