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- 30/04/2021
Reflexiones del galeno – “Soy de huesos anchos”

Seguramente más de una vez escuchaste por ahí decir que hablar de México es hablar de costumbre y tradición, esto es cierto en más de un sentido. Así como tenemos la tradición preciosa de pasar entre generaciones el respeto a los muertos y el poner un altar lleno de cempasúchil, tenemos la tradición de pasarnos entre generaciones la diabetes, la hipertensión, la obesidad y todo el montón de enfermedades crónico degenerativas que acompañan al mexicano. En 2016 se reportó una prevalencia combinada de obesidad y sobrepeso infantil del 33.2%, es decir uno de cada 3 niños.
Hagamos un ejercicio, la próxima vez que camines por la calle quiero que te fijes en los niños y luego veas al papá que lo acompaña. Podemos echarnos mentiras entre nosotros diciendo que estamos gorditos por problemas de la tiroides o porque somos de huesos anchos, cuando la realidad es que el 80-90% de nosotros nunca aprendió a crear buenos hábitos dietéticos y a hacer ejercicio.
Hoy se celebra el día del niño y aunque la mayoría de nosotros creemos al igual que nuestros papás lo hacían, que los niños deben correr, ensuciarse, comer tierra para generar anticuerpos y que debemos dejarlos disfrutar, es justo en ese momento cuando se deben hacer intervenciones para enseñarlo a tener una dieta balanceada, hacer ejercicio de manera rutinaria y ¿por qué no? a ser un ser educado en balance cuerpo y mente. No se trata de echarle la culpa a nuestros papás, pero si hacemos una reflexión sobre nuestros hábitos, encontraremos que son muy similares a los de ellos.
Idealmente para el control del niño sano, se recomienda que a partir de los 6 años de edad el menor acuda al menos una vez al año con su pediatra, en esta consulta se debe valorar de manera integral al niño y se deben hacer recomendaciones para ajustar su dieta y actividad física, así como diagnosticar y tratar de manera temprana cualquier alteración que pudiera repercutir en su desarrollo. Además, entre el médico y los papás se le debe generar un sentido de responsabilidad por su cuerpo y su salud. Debemos despertar su interés por actividades que beneficiarán su salud, hablarle de manera sencilla para que entienda la importancia de conceptos como la higiene, la nutrición, el ejercicio y las relaciones interpersonales sanas y que entienda las repercusiones que pueden tener las enfermedades. Imaginen un mundo donde nuestros papás hubieran evitado nuestra adicción al azúcar.
Para el resto de nosotros, los que tenemos “alma de niño”, aún no es muy tarde, debemos romper el ciclo, heredar cosas increíbles a los nuestros y no enfermedades. También nosotros podemos generar hábitos y tener una responsabilidad por nuestra salud, sobretodo porque este tipo de acciones repercuten con el tiempo en forma directa sobre nuestro sistema de salud, en la incidencia y prevalencia de enfermedades y en la calidad y esperanza de vida.
Recuerden, no hay gorditos sanos.