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- 12/05/2021
Retrato Ormeta- El populismo NO soluciona los problemas de la sociedad

La democracia como todo sistema político enfrenta retos y dificultades. A pesar de no ser un sistema perfecto, es el único que permite a todos los ciudadanos el poder participar e involucrarse en la toma de decisiones que definen el rumbo de un país. Sin embargo, la democracia hoy en día enfrenta un reto que amenaza con destruir los mismos valores que la constituyen, así como pone en jaque la unión de la ciudadanía y amenaza la existencia de las instituciones emanadas de ella. Estamos hablando del fenómeno llamado populismo.
En efecto, el populismo surge en respuesta a una particular coyuntura política, la cual consiste en que las instituciones democráticas ya sean políticas, económicas o sociales sufren una aparente “inhabilidad” para dar respuestas eficaces a los problemas actuales. De ahí que, los ciudadanos tengan un sentimiento de decepción hacia las mismas instituciones que ellos crearon y por ende, se vuelvan un campo fértil para discursos que prometan tener soluciones rápidas y sencillas a problemas largos y complejos.
La insatisfacción de los ciudadanes aunado al sentimiento de querer un cambio en la situación actual, da pie a que surjan personajes que creen y dicen representar este descontento popular. Estos personajes por iluminación saben el sentir del pueblo, saben sus quejas, pero sobretodo, conocen la solución a sus problemas. Más aún, saben quiénes son los culpables de la situación actual, y muchas veces señalan a nuestras instituciones democráticas como cómplices de la deteriorada situación actual. Todo ello, en un claro ejercicio autoritario y demagógico al decir quienes sí son los rivales a vencer para que el pueblo resurja. En otras palabras, los populistas dividen a los ciudadanos.
Los populistas tienen la característica común de personalizar a grados insospechados la política, creen que sólo ellos pueden dar respuesta a los problemas porque solo ellos saben lo que en realidad quiere el pueblo. La política la entienden no como un diálogo constructivo, ni como una suma de opiniones, sino sencillamente la entienden como su sola voluntad, por ende, las instituciones democráticas como pueden ser el Congreso de la Unión o partidos políticos opositores son denostados porque a la vista de los populistas, éstos son obstructores del progreso que ellos dicen representar. Es decir, los populistas piensan que su voluntad es la regla de oro para hacer política porque su voluntad representa la voluntad del pueblo.
Más aún, los populistas nunca se hacen responsables de sus actos. Siempre la culpa es del de al lado o del rival, jamás la suya, si las cosas no van bien o tomaron una mala decisión, los más inocentes son ellos, jamás salen a pedir disculpas ni mucho menos a explicar en qué fallaron. Y si las cosas van mal o no salieron como ellos querían, culpan a varios factores y su discurso toma dimensiones de odio, de división. Sentimientos que solo polarizan.
Los populistas aprovechan el enojo, la frustración de los ciudadanos para alcanzar el poder. Una vez en el poder, los populistas van a buscar dinamitar los mismos escalones democráticos que ellos utilizaron para acceder a ser autoridad. Los populistas atizan sentimientos de división y gobiernan con base en ello, en perjuicio de otras voces.
Los populistas son producto de la democracia y son también su verdugo. Lo bueno es que en México, el populismo no gobierna este país, y menos en un país en donde impera “la república amorosa”.
Omerta: En el Tribunal Electoral están al tope de impugnaciones del partido de MORENA, hay inconformidades desde el reparto de candidaturas hasta las sanciones de fiscalización y de propaganda electoral. O el partido oficial carece de buena asesoría legal o de plano se vuela lo regulado por la ley electoral.