Retrato Ormeta- El “trono en el poder” quiere aniquilar a lo opuesto

En su obra que lleva por título “el otoño del patriarca”, el premio nobel de literatura Gabriel García Márquez nos narra una nación en la cual, un solo hombre decidía absolutamente todo, disponía desde las políticas públicas del país hasta las cuestiones más personales de cada individuo como lo eran el señalar horas fijas para realizar sus actividades diarias. Así, en este lugar imaginario, el jefe de Estado era la figura central que regía los destinos de toda una nación, pues incluso con un gesto podría sentenciar la fortuna o el infortunio de sus gobernados y ni que decir de los atropellos que cometía sólo para saciar su gustos personales.

Así, el maestro García Márquez llevó al extremo a las figuras autoritarias que gobernaron buena parte del siglo XX en Latinoamérica, y con su toque literario, clarifico la poca libertad que tenían los ciudadanos para vivir sus vidas por estar subordinados a la imposición de otro. No obstante, que el escritor colombiano escribió esta obra en alusión a dictaduras militares, muchas de las prácticas que narra en su obra también están impregnadas y arraigadas en los modelos democráticos. En efecto, “el otoño del patriarca” puede bien describir no sólo a dictadores, sino también, a gobernantes que surgieron y dicen gobernar en una democracia.

Sí, una de estas características que bien pueden compartir, es que los gobernantes con aires autoritarios buscan nulificar derechos político electorales mediante la destrucción de organizaciones políticas que buscan acceder al poder, esto es, a los líderes autoritarios les irrita en demasía que haya una oposición política que cuestione su poder y en todo caso, que se los llegué a competir; por ello, van a buscar por todos los medios que no haya partidos políticos ni líderes opositores que les pugnen en la arena electoral.

Así, parece ser que nuestro país busca asemejarse al lugar recóndito del “otoño del patriarca” pues durante todo este sexenio se ha buscado por todos los medios nulificar a la voz opositora. Desde presionar a las autoridades electorales para negar registros a organizaciones políticas opositoras pasando por iniciar procesos penales a líderes políticos incomodos y rematando con propaganda gubernamental mañanera de todos los días que descalifica todo lo diferente al pensamiento del trono del poder. Todas acciones que en suma tiene un claro objetivo: aniquilar a la oposición y silenciar a lo distinto.

En efecto, el poder en el trono usa las mismas reglas electorales con diferente medida para beneficiar su proyecto político y descarrilar al contrario. Un ejemplo de ello, mientras el poder en la silla del águila invita a los opositores a que no intervengan en las elecciones mediante el otorgamiento de dádivas que influyan en el voto del electorado, pues ello sería incurrir en un delito electoral; por su parte, ellos tienen todo un ejército que va casa por casa para tratar de inscribir a la mayor cantidad de personas a un programa social que al final del día también brindan dadivas. Así, mientras la silla del águila pide irrestricto apego de la ley electoral a los opositores, esta disfruta de su laxa aplicación.

Ante ello, es preciso que todas y todos los ciudadanos de esta bella tierra pongamos bajo lupa el proceso electoral que se avecina; así como evitar a toda costa que el poder siga concentrando más poder en detrimento de lo que es distinto a él. No basta con sólo ir a votar, si no que debemos buscar informarnos para evaluar a nuestros próximos representantes, y con ello, evitar que seamos el modelo imaginario de un futuro premio nobel de Literatura.

Omerta: El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación cumplió 25 años como la autoridad que tiene la última palabra sobre la aplicación de la ley electoral. Hoy más que nunca lo necesitamos fuerte y sano, por lo que, debe dejar a un lado su sectarismo y cualquier sospecha de parcialidad.