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- 02/08/2021
Transitorios-¡Y……La corrupción sigue ahí!

El día de ayer se llevó a cabo una consulta para conocer la opinión de los mexicanos con la finalidad de castigar penalmente a varios expresidentes por razones de corrupción. Aun no conocemos los resultados finales, pero si estamos seguros de que como dice el clásico: “Y cuando despertamos……. la corrupción seguía ahí”
No sabemos hasta ahora como va a terminar dicha consulta, lo que sí podemos decir es que coincidimos plenamente con lo que comentó en días pasados el Secretario de Marina Armada de México almirante Jose Rafael Ojeda Durán, quien dijo sin miramiento alguno y de frente al Presidente de la Republica, que “México carece de funcionarios públicos honestos, por eso tenemos ese problema de alta corrupción” . Vaya verdad rebelada ante el único presidente que ha hecho del combate a la corrupción bandera y discurso, oferta y esperanza que lamentablemente no se ha cumplido hasta hoy. Esta afirmación se debe a varios factores, entre otros los siguientes.
Los políticos mexicanos son cleptómanos. Salvo muy raras excepciones, la gran mayoría se caracterizan por su deshonestidad, su conducta arbitraria y abusiva, su reiterada forma de mentir y saberse acomodar según sopla el viento, no importa la ideología o los principios. En su afán de acumular riqueza en un breve lapso, cada 3 o cada 6 años nuestros distinguidos representantes y funcionarios públicos amasan fortunas y algunas de ellas muy grandes.
Así, estos “servidores abnegados de la Patria” ya sean del PAN, del PRI, del PRD y por supuesto de MORENA, junto con otros pequeños partidos que también aspiran a obtener esas “prestaciones” como el Verde, producen oleadas de nuevos ricos mediante el uso faccioso de la ley y el poder. Es una forma sin justificación posible de concentrar capital sin producir nada, vamos ni siquiera una idea.
Los políticos han convertido a la corrupción en una práctica, en una verdad conocida y consentida a pesar de aquellos que han asegurado, convincentemente en su discurso y oferta política combatirla.
Para muchos políticos, sus aspiraciones requieren acumular dinero a cualquier precio y por eso justifican que para obtenerlo sigan la máxima sin duda hoy tan vigente como hace más de 40 años de que: “Un político pobre es un pobre político”.
Durante la época más dura del priismo, los gobernadores parecían señores feudales que imponían su ley y su voz para disponer de los recursos públicos, facilitar jugosos negocios para sus amigos y familiares y generar un sentido de apropiación patrimonial con fines personales de la actividad pública, incluso con pretensiones hereditarias.
La oposición que también sabe de corrupción, y lo sabe bien, muy bien, ha quedado prácticamente pulverizada y no cuenta con una representación importante ni con cuadros políticos capaces y libres de culpa para hacer valer y aplicar en los congresos tanto federal como de los Estados de la República, un freno para detener una forma de ejercicio del poder que nos lleva de regreso a los peores episodios de nuestra vida política que pensábamos superada para siempre. Cuando tienes cola que te pisen, tus palabras y argumentos valen poco, muy poco.
La falta de freno y contención facilitan la corrupción. En la mayoría de los congresos de los estados, no existe una proporción importante de sus integrantes que permitan generar un balance en la representación para abrir un diálogo y un debate duro, que detenga la locura y permita disminuir o erradicar las prácticas de corrupción del gobernador en turno. Muchas veces es desde esas tribunas en donde se alienta la sinrazón de decisiones importantes en la vida de una entidad federativa.
Esa práctica ha sido desastrosa para nuestro país, porque sin este medio de contención se da la imposibilidad real de vigilar y sancionar la conducta de los gobernadores, que llega incluso a ser muchas veces ilícita y deshonesta, sin esperar que se produzca consecuencia alguna. Bajo el manto de la impunidad que genera la glorificación del líder, hacen que se pierda la realidad del sentido de las cosas, generando toda clase de atropellos y conductas desviadas. Son corruptos, muy corruptos.
Tengan presente otra máxima de la política mexicana: “Dios por seis años, hijo de puta para toda la eternidad” Así es como la corrupción permite la practica general y anquilosada en la vida política del país, que es incapaz de impedir que quienes debiesen de ser un ejemplo para la sociedad y servirla, se pierdan por su amor al dinero y traicionen la idea y el esfuerzo de trabajar para mejorar las condiciones de vida de un pueblo, profundamente lacerado por la pobreza y la desigualdad.