- Lo Más RecienteOpinión
- 13/05/2022
Reflexiones del Galeno-Saboreando el verano
El verano, con sus días largos y su aumento de la temperatura, está estación llega como anillo al dedo los amantes del sol y de la playa. Para aprovechar estos cambios, desde la infancia podemos disfrutar de unas merecidas vacaciones y desconectarnos unos días de la rutina. Aparte del buen dormir, los descansos siempre son mejores si vienen acompañado de un buen comer. ¿A quien no se le antoja con este clima organizar una carne asada o preparar unos mariscos?
Sin embargo, este aumento de la temperatura puede traer consigo unos momentos que nos llevarán más al baño que a la playa. A pesar de que algunos chefs y conocedores carnívoros prefieren consumir la carne a término medio o tres cuartos, una pobre cocción junto con el aumento de temperatura creará un coctel perfecto para el crecimiento de diferentes bacterias que estarán emocionadas de vacacionar en nuestros sistemas digestivos.
Estas infecciones pueden causar síntomas gastrointestinales como nauseas, vómito, diarreas, dolor abdominal y fiebre. Sin embargo, esto puede ser un volado: en ocasiones puede causar una enfermedad leve que se puede solucionar espontáneamente sin muchas complicaciones, o en casos más severos puede causar infecciones digestivas que necesitarán de intervención hospitalaria.
Una manera efectiva de evitar estas molestias es siempre limpiar muy bien lo que vayamos a preparar, así como un lavado con agua y jabón de nuestras manos. Además, mantener la carne cruda, pollo o mariscos alejados de alimentos ya preparados o del calor directo puede evitar el crecimiento de bacterias, y preferentemente mantener los alimentos en un ambiente frio. Similarmente, cocinar a una temperatura adecuada nuestros alimentos puede garantizar la eliminación de todos los microorganismos o toxinas que pudiéramos encontrar dentro de los alimentos: para el cerdo o pescado hay que buscar llegar a una temperatura interna de 62°C, para carne de hamburguesas hay que tener una temperatura de 71°C y finalmente para el pollo, una temperatura de 73°C.
Para todo hay gustos, y sé que hay comida como el sashimi cuyo encanto es la presentación, pero nunca olvidaré lo que dijo un neurocirujano que conocí durante la escuela de medicina “muchos de ustedes creen que son más elegantes por comer comida cruda, yo prefiero llegar a un restaurante y pedir un corte bien cocido que llegar a un hospital vomitando lo que fue una buena comida”.
TFA