- Opinión
- 25/05/2022
Retrato Ormeta- El machismo y su evolución: un virus invisible de dominación
Hace poco intenté buscar una definición de machismo, pero me encontré que definir el significado y alcance del término machismo no es un esfuerzo sencillo. Sí, es una palabra paradójica en su definición porque podemos reconocer bajo que situaciones o contextos puede llegar a existir, pero resulta complicado definir a grandes rasgos lo que significa. Sin embargo, a pesar de esa complejidad podemos deducir que tiene dos elementos vitales en su ADN que lo particularizan: por un lado, tiene su fundamento en la polarización de lo “masculino” frente a lo “femenino” y, por otro lado, exalta la superioridad de lo masculino en las áreas que los hombres consideran relevantes. De aquí que como bien refiere la psicoanalista Marina Castañeda el machismo: “constituye toda una constelación de valores y patrones de conducta que afecta todas las relaciones interpersonales, el amor, el sexo, la amistad, el trabajo, el tiempo libre y la política…”.
Así es, el machismo puede llegar a definir no sólo lo que debe ser un hombre y una mujer, sino que puede moldear las formas de vida que deben existir en una sociedad, pues no se pueden entender los distintos ámbitos de vida de una persona, si antes no tenemos un rol definido de nuestro sexo. Sí, es partir de nuestro sexo que se construyen las expectativas de lo que se espera de uno, la forma en que debemos comportarnos, la manera en que nos relacionamos con los demás y en general, la forma en que debemos actuar en sociedad. A partir de ello, el machismo pretende imponer su dardo envenenado, pretende la dominación del sexo masculino hacia los distintos ámbitos de la vida y hacia las mujeres.
Ahora bien, lo anterior sólo puede llegar a ser posible si el machismo cuenta con distintas redes que lo protegen y lo conservan. El machismo no puede ser entendido de forma aislada; este virus necesita de escuderos que lo vitalicen, que lo difundan e incluso que lo institucionalicen. Así, tenemos que el machismo atraviesa el ámbito familiar, laboral y social en gran medida porque la educación, la cultura, la publicidad, la economía, la moral y los estereotipos lo permiten. Lo fomentan de tal manera que el ciclo nunca pueda romperse y, en caso de que llegase a fracturarse, las mismas redes aportan su granito de arena para que éste evolucione.
Ahora, el machismo no implica el que un hombre maltraté a la mujer, ni que la mantenga en su casa, ni que le impida trabajar o salir a divertirse. Ha evolucionado de tal forma que, sin haber violencia, sin haber disputas o conflictos, pueda surgir una relación desigual en la que alguien quedó encima de otro. Ese es el nuevo truco, ese es el machismo invisible que señala la doctora Castañeda y que como bien recalca, “está tan arraigado en las costumbres y el discurso que se ha vuelto casi invisible”. A pesar de los avances que se han logrado, el machismo sigue presente en nuestra vida cotidiana, pero tiene otras herramientas que antes no conocíamos, la forma en que se desarrolla ha cambiado, pero no su finalidad de dominación.
El machismo invisible atraviesa con ímpetu las relaciones de todas las personas y ejemplos sobran para exhibirlo. En estudios recientes cuando se les pregunta a los maridos acerca de la opinión que tienen sobre que sus esposas trabajen, un alto porcentaje contesto lo siguiente: “Sí le doy permiso de trabajar, siempre y cuando no descuiden la casa” o “Sí le doy permiso, pero tiene que tener en claro que me debe respetar”. Aunado a ello, esos mismos hombres entrevistados se auto consideraron no machistas, se describieron como hombres progresistas que apoyan a las mujeres. Así, tenemos que el machismo al igual que la materia, no se crea ni se destruye sólo se transforma, pues como vemos el dar permiso lleva impregnado un tufo de dominación masculina.
Ante ello, debemos reconsiderar y poner en duda lo que el machismo busca encriptar, es decir, la forma en que nos relacionamos con el mundo y los demás. De lo contario, seguiremos alimentando este círculo vicioso que tiene por víctimas no sólo a las mujeres, sino también a los mismos hombres.
Ormeta: Vaya final de película vamos a ver en las elecciones de varias entidades de la república… Algunas ya pueden darse como definidas, pero otras están en el veremos.