Se tenía que decir-3 años perdidos y vamos por más

Conforme se va acercando el fin de este 2021 se viene el recuento de lo que ha pasado en los últimos meses y también en los últimos años. Este diciembre llegamos a los primeros tres años de gobierno de la actual administración y estamos muy lejos del crecimiento económico que prometió el Presidente durante su campaña.

 “(Queremos) que ya no tengamos solo 2% de crecimiento anual, como ha venido pasando en los últimos 30 años, sino que la economía pueda crecer al doble, cuando menos al 4% anual, y esto se va a lograr con la participación del sector privado, del sector social y del sector público, en armonía” AMLO el 9 de julio de 2018 (Hernández, 2018).

En ese momento el entonces presidente electo tenía claro que de la mano del sector privado se podía aspirar a llegar a un crecimiento del 4% anual.

En 2018, él recibió un país en el que su Producto Interno Bruto (PIB) estaba creciendo a una tasa cercana al 2.5%, y con un ambiente en el que existía una inversión (pública y privada) total del 22% con respecto al PIB. De este último porcentaje, únicamente el 3.5% correspondía a la inversión por parte del gobierno, y el 18.5% al sector privado. Es decir, es una muestra de que los particulares estaban poniendo en materia de inversión más de 5 veces que el gobierno.

Para que la meta del entrante Presidente de crecer a un ritmo cercano al 4.0%, forzosamente necesitaba aumentar la inversión pública y privada del 22% a por lo menos el 25% con respecto al PIB. Pero ¿qué fue lo que hizo desde el momento que tomó protesta?

Ya en el poder, con la cancelación de proyectos como el NAICM y sus constantes ataques a las y los empresarios durante sus conferencias de prensa, consiguió permear un mensaje inconfundible de desconfianza para el sector privado. Estos antecedentes llevaron a que el Presidente lograra que nuestro país decreciera 0.1% en 2019.

Muchos dirán que el Tren Maya, Dos Bocas y el Aeropuerto Felipe Ángeles son los proyectos del Presidente que se encargarán de encaminar a nuestra economía hacia el crecimiento prometido por él. La realidad es que aún con estos proyectos, en 2021 el porcentaje de inversión por parte del gobierno y de la industria privada es de 17% con respecto al PIB, en donde el gobierno solo colabora con el 1.5% y los particulares con el 15.5% restante.

Es decir, nos alejamos cada vez más de ese 25% que se necesitaba alcanzar al inicio de su gobierno y que, con el impacto de la pandemia, ahora necesitamos todavía más para recuperar lo perdido en estos dos últimos años.

Recapitulando la situación del PIB en México: en 2018 el país creció alrededor de 2.5%, en 2019 decreció 0.1%, en 2020 disminuyó otro 8.0% y para finales de este 2021 la OCDE proyecta que nuestro país apenas crecerá menos del 6.0%.

En resumidas cuentas, para estar en los niveles en los que estábamos creciendo en 2018, aun considerando el posible aumento de este año, todavía nos haría falta que el PIB crezca entre 4.5 y 5 por ciento.

Llevamos sufriendo los estragos políticos, sociales, económicos y sobre todo en materia de salud por el Covid-19, y justo por ello está administración debería dar la certidumbre para que el sector privado se anime a invertir.

Para llegar a cifras de inversión cercanas o superiores al 25% con respecto al PIB, se necesita incentivar el desarrollo desde tienditas, peluquerías, tintorerías, hasta la construcción de fábricas, aeropuertos y plantas de gran calado con el apoyo incondicional del capital privado.

Es urgente que este gobierno se dé a la tarea de invitar a que todas y todos invirtamos en nuestro país y una gran forma en la que este gobierno podría revertir la incertidumbre es dar marcha atrás a la reforma eléctrica (o plantear algo más sensato) que pretende la actual administración.

Está propuesta creará aún más desconfianza para invertir y del 17% de inversión (público-privado) con respecto al PIB que tenemos ahora, podríamos acabar en un 14%, alejándonos aún más de la meta.

En conclusión, sin el sector privado estamos destinados a que los próximos tres años también sean perdidos para el país en términos económicos. No olvidemos que el pretender medir la “felicidad” y el “bienestar” no garantiza el pleno desarrollo de una sociedad.

Gracias al Dr. Carlos Alberto Martínez y a Héctor de la Sancha por sus aportes.

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