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- 06/05/2021
¡Fuera cadenas!-Reflexionemos

Fue sumamente frustrante leer las noticias sobre la irresponsabilidad estructural de la línea 12 del Metro en la Ciudad de México. Desde su inauguración en 2012, pasando por los hechos del sismo de 2017 y, finalmente, por lo acontecido el lunes, hemos visto una serie de acciones irresponsables por los gobiernos en turno en lo relacionado con algo tan esencial para la vida capitalina: el Metro.
Lo que no logro comprender —bueno, entiendo la mezquina motivación— es cómo a un grupo de personas no les parece importar lucrar a expensas de las vidas de personas que, día con día, se esfuerzan al máximo para brindarle a sus familias una vida decorosa. Los que hemos usado el Metro sabemos que no es una atracción turística; es una herramienta de extrema importancia para el desarrollo humano, pues se usa para que la gente que tiene la motivación de brindar tranquilidad a sus familias pueda lograrlo. El Metro es usado para vivir.
Pareciere que esto no les importa a quienes tienen la obligación de cuidarnos; todo lo contrario, sus intereses no coinciden con los nuestros, los suyos son beneficiarse en lo personal a expensas de la dignidad de esta sociedad. El lunes, murieron 24 personas —número que sigue en aumento— en el que ha sido de los peores incidentes en la historia del Metro de Ciudad de México. Ello, sin embargo, malamente opaca otra clase de acciones igual de deleznables atribuibles a quienes han pretendido gobernar esta Ciudad. Recordemos las innumerables ocasiones en que han tenido que cerrar por “mantenimiento” u otra clase de “incidentes” alguna o varias líneas del Metro o del Metrobús. ¿Cuál es la “solución” provisional que dan?, simple: ofrecer “transporte” en las cajas de pick-ups. Ante ello yo me pregunto: ¿qué tiene de digno eso, obligar a la gente trabajadora y honesta a subirse a una camioneta así?
Las incidencias siguen aconteciendo, no parecen tener fin. El sufrimiento es de la mayoría, el goce es de pocos. Es injusto que, mientras la mayoría sufre, un grupito de políticos iluminados por algún ser divino se vea beneficiado por las acciones con las que arrastran la dignidad de la sociedad. Como lo dije al inicio de esta opinión, las irregularidades en la línea 12 del Metro de Ciudad de México han sido una constante desde su concepción. Esto, evidentemente, no es responsabilidad de una sola persona, sino a todas aquellas que, de alguna forma u otra, han tenido poder de decisión sobre la administración del Metro.
Por lo pronto, queda en nosotros exigir la rendición de cuentas de todas esas personas; que nos aclaren en qué gastaron los recursos para la “reconstrucción” del Metro después del sismo del 17, que nos digan qué ingenieros consideraron que el viaducto de la línea 12 del Metro podía seguir funcionando después de su “rehabilitación”, que nos digan por qué los vagones que fueron usados no eran compatibles con las vías instaladas o que nos digan por qué han recortado el presupuesto para el mantenimiento del Metro. Que nos rindan cuentas, que den la cara, que se les imputen las responsabilidades correspondientes a todas esas personas.
Quizás pido mucho, pero en verdad reflexionemos sobre las responsabilidades de todas las personas que han tenido algún grado de participación en la administración del sistema de transporte colectivo en Ciudad de México.