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- 05/04/2021
LienSOS-Se vive muy bien como artista plástico

El artista plástico se expresa a través de la manipulación de materiales y pigmentos en sus diferentes formas que aplica sobre alguna superficie, cualquiera que ésta sea. Cuando al hacerlo, logra exteriorizar un sentimiento, que igual puede ser de tristeza, alegría, nostalgia, inconformidad, esperanza, melancolía, frustración, o cualquier otro, entonces esa actividad se convertirá en algo que provocará el éxtasis total.
No se presenta siempre. Un estado emocional, un cierto clima, una música, una determinada hora del día o incluso una bebida o sustancia, pueden ser factores que ayuden a que eso suceda. Cada artista busca a su modo las mejores condiciones para lograrlo.
Cuando eso ocurre, el momento en sí tiene un valor altísimo, apreciable sólo en los interiores de su propio creador. Existe una desconexión con el tiempo. Es un estado de gozo profundo que, una vez que se da, ya no puede serle arrebatado y es de tal trascendencia, que la obra surgida de esa actividad podría incluso ser destruida y ello no afectaría en nada a la experiencia absolutamente gratificante que explotó al interior del artista. Así pues, podría decirse que quien lo logra, es de alguna forma auto sustentable: no requiere de alguien más para gozar de esa singular y gratificante vivencia.
¿Y qué hay de la validación o reconocimiento de los demás a la obra que resultó de esa actividad? Se debe decir que es importante, sin duda. No sería sensato afirmar lo contrario y por supuesto que será siempre un combustible para impulsar la generación de arte.
Normalmente el artista plástico apreciará el reconocimiento público a su obra y lo mismo sucederá con las remuneraciones que pueda recibir por ella. En algunos casos también gustará de los reflectores, fama, pasarelas y demás demostraciones de admiración hacia su persona, pero todo ello es ajeno a ese momento creativo y personalísimo que le da un significado trascendental a su vida y que la hace profundamente placentera.
Por esa razón, cuando el artista plástico alcanza esa singular experiencia al ejercer su actividad, y se le pregunta si su actividad le da para vivir, su respuesta debe ser categórica: sí, sí le da para vivir y para vivir muy bien, independientemente de los ingresos o reconocimientos que además pueda recibir, pero ese es otro tema muy distinto.
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