Transitorios-Los fines del Estado: Seguridad

Para Salvador Caro

Como catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad de Guadalajara, en la que impartí durante varios años la materia de Teoría General del Estado, enseñábamos entre otros temas cuáles eran las funciones esenciales de éste. Mis alumnos coincidían siempre en que la función más importante era la Seguridad que se debe brindar a la población. Esa idea inclusive se percibía desde antes de la guerra fallida que se ha librado contra el narcotráfico y en donde hemos visto con profunda preocupación y una alta dosis de frustración, como la seguridad pública se va perdiendo sin que se vea un cambio o reducción de los niveles de violencia que azotan a México, que llegan a ser de terror o mejor dicho de narcoterrorismo.

Ese fin que justifica la existencia del Estado como garante de la seguridad pública e incluso como titular único del uso de la fuerza para alcanzarla, se ha ido perdiendo poco a poco ante los hechos que conocemos todos los días, en todo el País ya que la violencia que observamos parece sacada de una película de terror. Hace una semana un acto de barbarie se suscitó en Michoacán, diecisiete personas fueron fusiladas, días antes se reportaban muertes por minas antipersonales en esa misma Entidad, cuerpos colgados en Zacatecas, balaceras y ejecuciones aquí y allá  y un largo, muy largo etc. de violencia y muerte. Así, en esa realidad y con esos hechos, se volvió a generar una vez más la certeza en la opinión pública, nacional e internacional, de que no han funcionado las acciones del Gobierno en materia de seguridad.

Sin seguridad, un estado y un gobierno dejan de tener sentido y viabilidad. Sin seguridad, el pacto social se rompe, se pierde, se esfuma. La principal obligación del Estado es preservar la seguridad en la vida de las personas y con ella hacer real nuestra libertad en toda la expresión que esta palabra tiene. Fundamental al menos en la función de un estado democrático, es preservar la seguridad en la propiedad, para que exista certeza y con ella inversión que logre desarrollo real y sostenido. Pero si falta seguridad, falta todo.

Necesitamos seguridad para que nuestras instituciones democráticas funcionen, seguridad para ir de la cuna a la tumba como mejor nos plazca, seguridad como la razón primera y última de la existencia del Estado. Todo lo demás es retórica y vale para muy poco.

Cuando la seguridad falta, como desgraciadamente hemos padecido en México durante los últimos veinte años, el miedo empieza a recorrer la República.

En esos escenarios de tanta violencia, de tanta crueldad, de tanta barbarie, el miedo a la  extorsión, al secuestro, al robo y hasta a perder la vida está ahí, presente e indeleble. Ese miedo perturba a la sociedad, hace que perdamos lo fundamental del pacto social que nos hemos dado para tratar de sobrevivir de manera civilizada, porque la ruptura de ese pacto nos ha llevado a confirmar  que el “hombre es el lobo del hombre”.

Una sociedad con miedo es una sociedad perturbada, sin destino, sin otro horizonte más que la necesidad de sobrevivir a cualquier precio, a cualquier costo. Eso es terror y ese sentimiento lastima y derrumba todo.

Pasan los años, pasan los gobiernos y el tema de la seguridad sigue en el olvido, a pesar de ser la función más importante del Estado.

La violencia organizada como la hemos visto desde hace años es uno de los muchos ejemplos de cómo el miedo ha vencido a una sociedad incapaz de reaccionar ante estos hechos -intolerables e inaceptables- pero que siguen ocurriendo a diario. Cuando el miedo afecta a muchos, el terror aparece y hemos visto lo que es capaz de hacer. Exijamos al gobierno seguridad, el País se va a perder si continúa esta violencia que supera a la fuerza legítima que tiene el Estado precisamente producto del pacto social, para otorgar seguridad a sus habitantes.

TFA