Columna Invitada-Justicia Poética

Esta noche se siente algo diferente, se escuchan suspiros de alivio, se ven sonrisas de felicidad, se derraman lágrimas, pero no las mismas lágrimas que se han visto caer de los rostros frustrados de la afición celeste las últimas dos décadas, hoy se derraman lágrimas de alegría.

Después de múltiples fracasos, tardes decepcionantes, momentos sufridos, hoy los cementeros ya no son víctimas de constantes burlas y humillaciones. Ahora llega un momento que han estado esperando más de 23 años, han sido seis las ocasiones qué la máquina se ha quedado cerca, muy cerca de coronarse.

Desde aquel 7 de diciembre de 1997 en León, Guanajuato, dónde el gran Carlos Hermosillo tomó el balón , lo colocó en el manchón penal, con un rostro que escurría sangre con una sola meta, llevar a su equipo al lugar que merece tener siempre, estar en la cima del fútbol mexicano. Esa misma tarde un central peruano de nombre Juan Máximo Reynoso Guzmán portaba el gafete de capitán y levantaría el octavo título de liga del Club Deportivo Cruz Azul, hoy ese mismo hombre dirige un plantel vasto repleto de jugadores como Jonathan Rodriguez, Luis Romo, Orbelín Pineda, Roberto Alvarado, Pablo Aguilar, Nacho Rivero y muchos otros con hambre de triunfo, con deseos de grandeza.

Liderados por el que asume el rol que tuvo Juan cómo capitán, el protector del arco cementero José de Jesús Corona , quién a sus 40 años, con grandes logros y una trayectoria envidiable sigue en busca de ese elusivo título de liga que se le ha negado, compartiendo la cancha con muchas leyendas cómo lo fue Christian “el Chaco” Giménez, un ídolo que hizo su obsesión conseguir un campeonato con la máquina y desafortunadamente no lo logró; pero hoy su hijo Santi, un jovencito de la cantera que creció en la Noria con los colores de este gran club, tiene al equipo de sus amores en la final tratando de concretar la misión que su padre le prometió a la gente.

Pues hoy ese día está aquí, tuvieron que pasar 23 años, seis finales perdidas, dos estadios, ridículos históricos, fracasos deportivos, escándalos administrativos, directivos que arruinaron financieramente al club, aficionados que se bajaron del barco y varios que se les fue la vida esperando, desfilaron cientos de jugadores que portaron la camiseta pero no la representaron con la responsabilidad, el orgullo y dignidad que ésta conlleva.

Muchos cambios en el país, en la sociedad y hasta llegó una maldita pandemia. Pero esta noche se siente algo diferente, esta noche el aficionado celeste que nunca dejó de alentar, que sufrió, que cada fin de semana dedicaba su tiempo y dinero para ir a apoyar al equipo de sus amores cantando a todo pulmón y brincando en las gradas, recibe hoy lo que merece desde hace mucho tiempo, traducir años de sufrimiento en alegría, deshacerse de ese nudo en la garganta, voltear a ver al cielo y poder liberar ese ahogado grito de gloria: MI CRUZ AZUL ES CAMPEÓN!!!!