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- 15/03/2021
En busca del Estado Perdido-La inercia de la violencia
Por razones profesionales he estado inmerso en actividades fuera del país, fundamentalmente en ciudades de la Unión Americana y Europa. Me he encontrado con ciudades vibrantes, bulliciosas, con una interesante vida nocturna.
Generalmente los traslados son a pie o usando el transporte público. Cenas, tragos, con clientes que representan inversiones multimillonarias acuden a la cita como el más mortal de los seres humanos: sin escoltas, sin coches blindados, sin choferes, de verdad había olvidado lo que es salir a la vía pública sin miedo, seguras, en un ambiente agradable.
Según datosmacro.com, España en el año 2020 registró en todo el país 299 homicidios; Los españoles, críticos como siempre, alegan apasionadamente que son demasiados asesinatos. Exigen que no haya uno sólo; por su parte Italia tuvo 345, los italianos están alarmados, afirman que son muchos. En ambas naciones el nivel de investigación y sanción a los responsables raya en el 94%, en otras palabras, quien la hace generalmente la paga.
Las ciudades en Estados Unidos son otra realidad, si bien el crimen está presente la sensación es de seguridad. Ciudades como New York -la más grande de la Unión- permite disfrutarla. Las cenas en restaurantes vuelven a ser cotidianas, las calles tranquilas es lo común. Lo mismo ocurre en Miami donde la presencia latina es evidente, pareciese que se esta en alguna capital de Latinoamérica, pero sin la violencia desmedida.
Si contrastamos los números vemos la brutalidad de nuestra realidad, tan sólo en México entre 2019 y 2020 fueron asesinadas más de 70 mil personas, aproximadamente 90 mexicanos por día, esto significa que con los crímenes que se cometen en una semana en nuestro país rebasamos el numero total de homicidios que se cometen en España e Italia sumados en todo un año.
En nuestro México las ejecuciones en todos los niveles son diarias, cotidianas -se matan a empresarios, políticos, mujeres, periodistas, niños, estudiantes, jóvenes, estilistas, abogados, albañiles, a todos- a cualquier hora y lugar. Las fosas clandestinas están en medio de las ciudades, justo en la casa de al lado. La sociedad no denuncia, no coopera, vive con miedo: temor a la policía, al vecino, a la delincuencia, luego la autoridad no investiga (necesitaría un ejercito de investigadores para hacerlo), el resultado es que no hay castigo. El reto que hace la delincuencia a la autoridad es permanente, lo peor provoca que nadie la respete, la ciudadanía vive la desazón, no cree en la ley, en los jueces ni en sus sentencias.
Todo esto provoca miedo en nuestras mujeres y hombres e impide su libre desarrollo, limita sus capacidades, a la postre tiene un impacto negativo en la sociedad. El ciudadano común se auto limita por el temor a ser robado, secuestrado, levantado, asesinado, en consecuencia, no disfrutamos de nuestras ciudades vivimos en ellas, pero ajenos a ellas.
Los jóvenes se han habituado a la violencia, forma parte de sus vivencias, sin darse cuenta se acostumbran, conviven en ella, difícilmente se admiran, el asombro es excepcional, quizá sólo cuando la víctima es alguien cercano o conocido. Los chavos expanden su capacidad de apreciación. No les quedó de otra o se habitúan o se aíslan.
¿Tiene solución el tema de la violencia en México?, sin duda, el principio está en acabar con la impunidad, sino lo hacemos la inercia nos vencerá.
En tanto, seguimos en esta dinámica que el crimen provoca, secuestrados en nuestras casas mientras la delincuencia tiene tomado los espacios públicos que tanto extrañamos y que nos pertenecen.