Eres magia- La lupa en lo negativo

¿Alguna vez te has preguntado por qué tenemos una tendencia tan marcada para siempre enfocarnos en lo “negativo” de las situaciones? Bueno, no solo de las situaciones pero también a veces de las personas, de los pensamientos, de las conductas, etc. Que tal si les digo que es un mecanismo humano que surgió hace muchos años para asegurar nuestra supervivencia. ¿Cómo es esto? Okey, les cuento. Desde la existencia de los humanos como tal, se ha encontrado que muchas de nuestras conductas y de nuestro cerebro se rigen por una necesidad intrínseca de supervivencia.

¿Qué quiere decir esto? Que la manera en la que actuamos, está relacionada a nuestros intentos para sobrevivir. Es hora de los ejemplos. Nuestros antepasados tenían más dificultades en cuestiones de sobrevivencia por el ambiente en el que vivían, que nosotros. No que nosotros no tengamos, pero no es igual. Por ejemplo, ellxs tenían que enfocarse en lo “negativo” (peligroso) del ambiente que les rodeaba como algún posible depredador, temperaturas riesgosas, no tener un lugar que los protegiera, por dar algunos ejemplos.

Lo contrario sería lo “positivo”, una temperatura adecuada, tener un lugar donde dormir y estar seguros, no tener depredadores o algún otro peligro que pusiera en riesgo su vida. ¿Hasta aquí vamos bien? Excelente, entonces podemos concluir que comenzaron a dicotomizar aspectos cotidianos de su día día: supervivencia-bueno, peligro-malo. 

Dicotomía que consciente o inconscientemente aplicamos hoy en día. Es más fácil explicar este concepto cuando hablamos de ansiedad. Así que por ahí comenzaremos. Cuando sentimos ansiedad y no necesariamente me refiero a un trastorno diagnosticado de ansiedad, sino, a una ansiedad cotidiana. ¿Qué es lo que pasa? Normalmente puede comenzar por una situación experimentada o por un pensamiento que llega a nuestra cabeza.

Ahora adentrémonos un poco más a entender qué es la ansiedad. Como tal la ansiedad es un sentimiento bastante displacentero, pero cumple una función adaptativa ya que surge cuando se percibe la posibilidad de un peligro. Este peligro puede ser real o imaginario, con imaginario nos referimos a un pensamiento el cual se puede vivir como real.

La ansiedad activa áreas en el cerebro que se encargan del sistema de vigilia, es decir nos hacen estar alerta, muy conscientes y atentos de todo lo que nos pasa a nivel físico, cognitivo (pensamientos), emocional y del ambiente que nos rodea. ¿Con qué finalidad? Con la de estar listos para enfrentar cualquiera de estos peligros. Entonces, desde sus inicios la ansiedad también era/es un mecanismo de supervivencia, y uno crucial en el desarrollo de la raza humana.

Regresemos un poco a este concepto de peligro “imaginario”, como lo mencioné antes este es el nombre que le daremos a los pensamientos, pensamientos que usualmente surgen en situaciones de ansiedad. Pero recuerden no por decir imaginarios quiere decir que se viven menos reales, porque no es así. Cuando nosotros estamos viviendo una situación que nos detona ansiedad, usualmente viene acompañada de pensamientos ansiosos, estos tienden a ser rígidos, totalitarios y/o pesimistas. A pesar de ser poco funcionales, sirven un cometido.

¿Por qué creen que cuando sentimos ansiedad nuestra cabeza se llena de estos pensamientos “negativos” y ansiosos que a su vez evocan más pensamientos “negativos” y comenzamos a imaginar millones de escenarios catastróficos y pesimistas. ¿Cuál sería otro nombre para “negativos”? Peligrosos, nuestro cerebro y nuestros pensamientos hacen esto en un intento de tratar de prepararnos para todos los posibles escenarios/ situaciones que podrían ponernos en riesgo.

Observaron que hace algunas líneas dije que esto podría llegar a ser poco funcional. Esto es porque, si bien sí cumplen un cometido inicial el cual es protegernos, la verdad es que no es la mejor estrategia para lograrlo, entonces, esto lo convierte en poco funcionales. ¿Por qué no es la mejor estrategia? Se los dejo a que lo contesten ustedes, pero les voy a ayudar.

¿Qué tan funcional creen que sea que yo cree varios, por lo menos diez o quince escenarios catastróficos en mi cabeza, donde todo lo que podría salir mal va a salir mal a manera de intentar prepararme para ello? Además de probablemente desatar un ataque de pánico y una ola de sentimientos poco placenteros como la angustia, intranquilidad y miedo.

Además de darnos cuenta que existe una altísima posibilidad de que ninguno de estos escenarios pase y yo ya invertí tiempo, energía, sudor, lágrimas y mi estabilidad emocional en esto. Reflexionen el sarcasmo utilizado previamente, el cual es bien intencionado para lograr esta reflexión profunda y vuelvan a preguntarse: ¿Realmente es una estrategia funcional para tratar de “prepararme” para las dificultades de la vida, o para manejar mi ansiedad, o el costo termina siendo mayor?

Hace algunas líneas también utilicé la palabra “intento” al decir que es un intento de prepararnos para estos peligro, no obstante, después de esta reflexión creo que lo podríamos llamar: un intento fallido. No solo probablemente no nos prepararon, pero elevaron nuestro nivel de alerta de diez a doscientos en cuestión de minutos. Llevándonos a niveles exponencialmente más altos de ansiedad y ni hablar de la cantidad de energía que estamos utilizando en este ejercicio inútil.

Y no solo eso, imagínense como es la calidad de vida de alguien que solo se enfoca en estos aspectos. Porque no me dejarán mentir, si te decides (porque también recuerden tomar responsabilidad y entender que lo que hacemos es nuestra decisión y por lo tanto nuestra responsabilidad) enfocarte en todo lo catastrófico que puede pasar, no hay manera de ver la imágen completa desde una perspectiva no positiva, pero objetiva. Entonces hasta aquí dos cosas son ciertas, a pesar de ser un mecanismo adaptativo que hemos llevado con nosotxs durante muchos años, el enfocarnos en las cosas “negativas” no es muy útil. Nueva práctica: ver las cosas desde diferentes perspectivas.

¿Cómo lograr hacer esto? Haciéndome consciente de lo que estoy haciendo y tratar de ser una persona más crítica y objetiva de los eventos que estoy viviendo. Desprendernos un poco de esta tendencia dicotómica, y no pensar en “bueno” o  “malo”. Observar las situaciones y decidir a que le voy a invertir tiempo y energía y por otro lado soltar lo que no me sirve.