¡Fuera cadenas!-El éxito de la Consulta Popular

Se llevó a cabo la primera consulta popular en nuestro país con la participación de 6’661,961 electores, lo que representa el 7.11% del padrón electoral nacional. Como era de esperarse, ganó el “sí” a la pregunta que —a decir verdad— no era muy clara: ¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes, con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas? Lo que sí es claro, es que esta consulta no era para enjuiciar a los expresidentes, sino, más bien, tiende a que el ejecutivo ejerza actos para llegar a una especie de “verdad” con motivo de las irregularidades realizadas por gobiernos anteriores.

Si nos enfocamos en los números, la consulta no se acercó al 40% de participación que requiere la Constitución para que los resultados de ésta sean vinculantes. Sin embargo, aun cuando este resultado sea vinculante, no existen instancias ante las cuales la ciudadanía podría exigir el cumplimiento de lo decidido por la ciudadanía. Es decir, aunque la consulta del 1º de agosto hubiere alcanzado ese número mágico de obtener la participación del 40% del padrón electoral, no hay alguna garantía de que lo decidido por la ciudadanía sí sea cumplido en sus términos. Esto es, el incumplimiento por parte del gobierno a lo decidido en una consulta no podría ser sancionado por alguna vía.

Por otro lado, tenemos que la consulta fue celebrada en una fecha muy distinta a la correspondiente a las elecciones generales. En realidad, no tiene sentido que la consulta popular deba celebrarse en una fecha diversa a aquella en la que se llevan a cabo las elecciones generales, lo lógico sería que el Estado aproveche la infraestructura que ya se tiene con motivo de las elecciones, así como la alta participación que las propias elecciones tienen por sí mismas. 

Lo anterior, evidentemente, levanta la duda: ¿por qué es así? El que se celebren las consultas populares en fechas distintas a las elecciones deriva de una reforma en materia de participación ciudadana que se publicó el 20 de diciembre de 2019. Previo a esa reforma, se preveía que las consultas populares tendrían que celebrarse el mismo día de la elección general. Dícese que éste cambio fue carta de cambio que obtuvo la oposición para aprobar la reforma impulsada por el gobierno en turno relacionada con la revocación de mandato. La finalidad de esto fue la de evitar que el gobierno hiciere propaganda al mismo tiempo en que se llevara a cabo el proceso electoral. 

Sin embargo, me parece que las externalidades negativas de esa decisión sopesan los beneficios que se pretendían con ella. Por un lado, como ya lo dije, no se aprovecha la infraestructura y participación que por sí misma se genera con motivo de las elecciones generales; por otro, me parece que se priva a la ciudadanía de la posibilidad de abrir más el debate público, de enriquecer con la materia de la consulta el intercambio de ideas que el propio proceso electoral genera. Habría sido fenomenal escuchar a los candidatos expresar su opinión sobre la consulta que acaba de pasar; quizás, la ciudadanía habría tenido acceso a más voces que expresaran que la consulta no era para juzgar expresidentes.

Los resultados de la consulta que acaba de pasar no son los deseables, pues lo idóneo es que haya el mayor número posible de participantes en esta clase de ejercicios de participación ciudadana. Sin embargo, lo positivo que veo de todo esto es que, como ciudadanos, ya somos conscientes de que esta clase de herramientas existen. De igual modo, me parece que este primer ejercicio de participación ciudadana nos puede ayudar para identificar las deficiencias que a nivel normativo tiene su regulación y, con base en ello, ajustarlo. Sí logramos esto último, me parecería que las consultas que con posterioridad se celebran tendrían éxito.