¡Fuera cadenas!-No los desaparezcan

¡Fuera cadenas!-No los desaparezcan

Últimamente, se ha hablado mucho sobre la conveniencia o no de tener legisladores por representación plurinominal, también conocidos popularmente como “plurinominales” o simplemente “pluris”. Muchas voces piden su desaparición, tan es así que el presidente López Obrador anunció que propondrá una reforma constitucional para eliminarlos. También, he leído opiniones sobre la conveniencia de, de no eliminar a los diputados plurinominales, sí reducir de 200 a 100 su número.

Estas propuestas me parecen peligrosas para una democracia representativa. La finalidad de los diputados por representación proporcional es darles a los partidos minoritarios la posibilidad de tener representación en el Congreso de la Unión. Como ustedes sabrán, la cámara de diputados federal está compuesta por 500 diputados, de los cuales 300 son por mayoría relativa y 200 por representación proporcional. Los primeros 300 son los candidatos ganadores de cada uno de los 300 distritos electorales en los que se divide nuestro país. Los otros 200 se obtienen de las cinco circunscripciones electorales del país; es decir, 40 diputados por circunscripción.

Los diputados por mayoría relativa son aquellos que ganan la elección en su distrito correspondiente. Pare efectos de hacer un ejemplo muy claro, les propondré una situación absurda. Imaginémonos que en cada uno de los 300 distritos electorales federales aspiran a ocupar los escaños de la cámara de diputados los candidatos de los partidos Verde, PAN, PRI y Morena. Digamos que los resultados en todos los distritos son como siguen: 40% Morena, 30% PAN, 20% PRI y 10% Verde. Bajo el principio de mayoría relativa, Morena habría ganado la totalidad de las 300 diputaciones disponibles y, por ende, recibirían las 300 diputaciones.

En el ejemplo hipotético que les acabo de plantear, de no existir los 200 escaños de representación proporcional, Morena se quedaría “con todo el pastel” y tendría unanimidad en el Congreso. Sin embargo, gracias al principio de representación proporcional, los partidos minoritarios —en este caso, PAN, PRI y Verde— recibirían cierto número de diputados correspondientes al número de votos que obtuvieron en las elecciones. Entonces, en este ejemplo, de los 200 restantes, 40 se asignan por cada una de las cinco circunscripciones electorales que hay en México. Por circunscripción, esos 40 diputados son repartidos entre los resultados obtenidos por los partidos que no ganaron la mayoría relativa.  Entonces, ante nuestro ejemplo hipotético, asignaríamos por circunscripción 20 diputados al PAN, 13 al PRI y 7 al Verde. De ese modo, al final del día, en el Congreso de la Unión, esas minorías tendrían 100 diputados para el PAN, 65 para el PRI y 35 para el Verde. Esto es, se les otorga representación a las minorías.

Como es de verse, esto es algo muy positivo tratándose de una democracia, pues así se evitaría que un solo partido tenga todo el poder dentro del Congreso y, por consecuencia, exista cierto contrapeso a la fuerza política predominante. Aunado a ello, los grupos políticos minoritarios tendrían voz dentro de la toma de decisiones nacionales, de ahí la importancia que esas voces se vean representadas. 

Por esta razón, la eliminación de los “pluris” o, en su caso, la reducción de ese número de representantes me parece peligroso, pues desaparecería la representación en el Congreso de las minorías y se facilitaría al partido en el poder realizar las reformas y aprobación de leyes que más estimen convenientes sin alguna especie de contrapeso u oposición. No por nada el partido que actualmente está en el poder, aspira a la desaparición de los diputados por representación proporcional, así como, durante el sexenio pasado, el PRI propuso exactamente lo mismo mediante la solicitud de consulta popular —la cual no prosperó—.


Quizás donde sí debemos centrarnos es en un cambio en la forma en que se eligen a los plurinominales. Actualmente, nosotros como electores, al momento en que votamos por nuestro candidato a diputado federal o local, también le estamos dando un voto al partido político que lo postula. Por consecuencia, le damos un voto a las listas de candidatos a diputaciones por representación proporcional; dicho de otra forma, en un solo acto emitimos dos votos. Considero oportuno ver las experiencias de otros países en los que los electores tienen la posibilidad de emitir un voto para las listas que proponen los partidos y otro para los candidatos por mayoría relativa, tal como sucede en Alemania, pues allá tienen dos boletas independientes de sí mismas: una para el voto de mayoría relativa y otra para las listas para la representación proporcional. Incluso, hay países como Irlanda o Australia en los que los electores establecen el orden de preferencia que tenemos para que los candidatos a representación proporcional accedan al Congreso, pero esto último ya es mucho pedir por ahora.

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