LienSOS-La película “Nuevo Orden”, ese orden que nadie desea

Nuevo orden es una película que tensa y preocupa. No, no está hecha para ganar en esparcimiento y distracción. Michel Franco, su director, refleja en la pantalla el ambiente de angustia que actualmente se vive en nuestro país y va mucho más allá haciendo “realidad” el miedo de muchos.

Inicia con la perspectiva de los asistentes a la celebración de una boda civil en una casa de la colonia Pedregal de San Ángel de la Ciudad de México, junto con toda su parafernalia de glamur y modos; y se hilvana también con la del personal de la casa y trabajadores que apoyan en el evento. Pareciera que todo transcurre en la normalidad, pero no es así. Algo anda mal. Se sabe de una gran manifestación, de esas a las que ya estamos acostumbrados quienes vivimos en esta gran Ciudad, pero en poco tiempo se sale de control. Brota la violencia extrema y el evento social no escapa de esa grave situación.

El caos y el desorden se propagan por todas partes. El ejército toma el control y se impone un régimen militar con un toque de queda para salvaguardar el orden, o mejor dicho, “su orden”.

Los militares son implacables y los abusos, ejecuciones sumarias e incluso secuestros, se convierten precisamente en el “nuevo orden”.

Parece que la película exagera en lo que pudiera ser un escenario así, pero basta ver noticias y documentales históricos de lo que acontece en regímenes militares para darse cuenta de que puede ser algo muy parecido.

Es un filme que estresa e incomoda. Casi molesta, sí, pero al mismo tiempo sirve de instrumento eficaz para reflexionar sobre la importancia que tienen las instituciones democráticas y la libertad, así como las bondades que ellas traen consigo. Algo que a veces damos por hecho como una situación normal por la que no nos debemos preocupar porque pareciera que ahí están y seguirán estando siempre.

Durante muchas décadas las Fuerzas Armadas en México han jugado un papel discreto y por ello mismo de gran mérito, que les ha ganado mucho prestigio, en particular, cuando se trata de salvaguardar nuestras valiosísimas instituciones democráticas que, dicho sea de paso, han sido producto de cruentas luchas y avatares; o el de auxiliar eficazmente a la población civil en casos de desastre. También es preciso mencionar que si bien ha habido abusos, corrupción o colusión con el narcotráfico, debemos pensar que se trata de casos de excepción o al menos así lo deseamos todos. Por ello podría parecer injusta la imagen que Franco le da al Ejército en la película, pero no es así; y es que cuando las milicias irrumpen en la conducción de un país, no hay duda de que tarde o temprano el escenario será el que plantea este filme.

El director logra acertadamente desmarcarse de algún color partidista o abordar las causas que han generado el caos y se centra solamente en dibujar un escenario donde las instituciones se han derrumbado. De igual forma, muestra que la gente con recursos no es necesariamente mala y perversa y la que no cuenta con recursos tampoco es obligadamente buena: en uno y otro caso puede haber buenos y malos por igual. Eso sí, nos deja muy claro que la clase militar que se asuma como gobernante será siempre despreciable, perdiendo toda esa honorabilidad y prestigio que conserva hasta ahora.

La película realizada en el 2020 adquiere un especial significado en estos tiempos de inusual participación del Ejército en actividades que no le son propias, y en los que, además, se presenta una fuerte turbulencia electoral con confrontaciones y conductas que en no pocas veces han rebasado y continúan rebasando la delgada línea roja.

Sin duda el mayor logro de este filme es el de mostrar la forma en la que el derrumbe de nuestras instituciones nos afectaría a todos sin importar nivel o condición social o económica, ideología, género, religión u orientación sexual. Todos, excepto las milicias, estaríamos perdiendo lo que a través de muchas décadas nos ha costado tanto construir.