Reflexiones del galeno-Oler las flores

Reflexiones del galeno-Oler las flores

“No me voy a morir, ¿verdad?” gritaba un paciente de aproximadamente 50 años de edad mientras sostenía con fuerza mi brazo a la mitad de un infarto. Había iniciado hace 10 minutos con un dolor familiar e insoportable en el pecho, lo que lo trajo a nuestra unidad de urgencias y finalmente a la sala de choque. Mientras todo el equipo hacíamos lo posible para estabilizar al paciente, se escuchaba a su esposo preguntar si todo estaría bien, que si lo había logrado traer a tiempo. Esta no era la primera vez que sufría un evento así, y evadir un trágico final con anterioridad no garantizaba que su suerte fuera similar en esta ocasión.

La mirada ansiosa del paciente me hizo reflexionar sobre como la vida parece ser una carrera para la cual nunca tenemos tiempo suficiente, creemos ciegamente que siempre tendremos un mañana, otra oportunidad de volver a hacer aquello que tenemos planeado o todo lo que nos queda por hacer. No estamos preparados para pensar que nosotros o nuestros seres queridos pudieran ya no estar aquí, convirtiendo lo que nos causaba tanta alegría en un doloroso recuerdo.

Es común escuchar a las personas decir “hay que disfrutar de las cosas pequeñas de la vida, puesto que hoy estamos, pero quien sabe mañana”, sin embargo, es difícil seguir una filosofía así en los tiempos modernos; siempre hay algo que hacer y como sociedad vivimos pensando inocentemente que siempre tendremos aquello que invariablemente se escapará de nuestras manos, tiempo.

Habitualmente dejamos que nuestras obligaciones y trabajo tomen las riendas de nuestra existencia y olvidamos que siempre hay una persona detrás de la profesión. En japón se tiene el término “Karoshi”, que en español pudiera traducirse como “muerte por exceso de trabajo”. Pareciera broma que dejar la vida en el trabajo, pudiera simultáneamente llevarnos a dejar la vida en este plano, pero existe evidencia de que descuidar nuestra salud “por ahora” favorece al desarrollo de múltiples enfermedades cardiacas y metabólicas. Tener la escusa de que son “nuestros años productivos” y dejar todo lo que disfrutamos de lado puede tener consecuencias fatales.

Afortunadamente esta historia tuvo un final feliz, se tomaron las medidas correctas, en el tiempo correcto y el paciente ahora con unas mallas en el corazón vivirá para seguir cumpliendo sus sueños y objetivos… pero ¿por qué esperar hasta que estamos en una situación de vida o muerte para valorar los pequeños detalles del día a día? Podremos compartir el mismo espacio, pero todos tenemos nuestros diferentes pedazos de paz (nuestros “5 minutos milky way”, vaya). Hay quienes disfrutamos de un café en soledad temprano en la mañana, quienes trae paz el aroma de los árboles en las montañas o el oleaje rítmico del mar, o quienes una llamada telefónica de 2 minutos es suficiente para recargar energías para todo el día que se tiene por delante.

Claro que es importante cumplir con nuestras obligaciones del día a día, pero nunca está de más tomar una pausa para recordar porqué estamos vivos. Nunca está demás detenernos unos minutos a oler las flores.

TFA

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