Catástrofe

Catástrofe

La naturaleza tiene inexpugnables formas de expresarse que van desde el sublime arcoíris hasta los violentos terremotos. México ha sido sede permanente de las más variables manifestaciones en su entorno, la reciente dejó su huella en el Estado de Guerrero, el huracán ‘Otis’.

¿Son los fenómenos naturales causantes de los desastres? No. Las calamidades son resultado de la intervención del hombre como consecuencia de su negligencia, impericia, corrupción, en el mejor de los casos inadecuada planeación.

Los daños originados por el huracán acusan lo evidente, ciudades sin proyecto cuyos orígenes se fundan en el asentamiento caprichoso, sumado a los crecimientos desordenados fruto del negocio de quienes lucran con la necesidad de tener un espacio para vivir, bajo la complacencia y complicidad de la autoridad.

Gran parte de las manchas metropolitanas en nuestro país, están rodeadas de colonias en condiciones inhumanas, donde los mínimos servicios no existen, con frágiles casas, muchas de lámina y otras tantas de cartón, que ante el embate de un meteoro simplemente se acaban. Los muertos y desaparecidos no son culpa de la naturaleza sino de quienes permitieron la estancia permanente en zonas inadecuadas. 

Lo que debería ser un admirable evento lo vivimos como tragedia. La naturaleza no es un desastre, si el Estado.

El gobierno evade la carga que tiene de prohibir las colonizaciones irregulares por el costo político que le representa, juega con la estadística, hace un cálculo perverso: Puede ser que en años no se repita la experiencia de un sismo, huracán o maremoto, cuando llegue es probable que provoque una calamidad. Ante ello, prefiere ser el Estado que rescata, no el que aplica la ley. Mientras esta condición persista seguiremos experimentando los cataclismos que se han permitido construir.

El desarrollo urbano es un motor fundamental de la economía, la edificación vertical es necesaria. Repoblar los abandonados centros urbanos revitaliza a las ciudades porque no solo enciende los motores de la construcción, también del comercio, provocando la necesaria convivencia y vida en comunidad. Los beneficios son palpables, las familias se concentran, las distancias son menores, el transporte público ya no se ve extraño sino como parte integrante de la cotidianeidad, se abandona el uso del auto. Es lo ideal, pero lo real es la terrible exposición de cientos de miles que se conforman con lo que hay: Zonas de miseria, sin calles, ni drenajes, sin agua, mucho menos policía.

Eso le ocurrió a Acapulco.

La tragedia es lo que el hombre hace, no lo que la naturaleza nos muestra.

Añadido:

Esta semana se definen las candidaturas a los gobiernos locales, resalta el caso de Jalisco. La mega alianza MORENA, PVEM, HAGAMOS, FUTURO y PT, ha puesto a en duda la llegada tersa del proyecto forzado de Alfaro: Pablo Lemus. 

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