Crónica de una infamia

Crónica de una infamia

Viernes 11 de agosto, Roberto, Diego, Uriel, Jaime, Dante, jóvenes de entre 19 a 21 años, deciden hacer lo propio en chicos de su edad, divertirse.

Por la noche se reúnen, en el vehículo de Uriel, se trasladan al recinto de la Feria de Lagos de Moreno. La fiesta transcurre con normalidad, su plan es ‘seguirla’, invitan a un amigo, pasarían por él para dirigirse a otro punto. No está claro si en la propia ciudad o en alguna cercana.

Nunca llegaron por el sexto acompañante, él inquieto por el plantón da aviso a los familiares de sus camaradas.

El calvario comenzó.

Lunes 14 –tres días después– circula en redes sociales un espeluznante video, imágenes siniestras, muestran la brutalidad de los criminales. Me refieren –francamente no me atreví a verlo– a los muchachos atados, amordazados, visiblemente golpeados, en un cuartucho obscuro, son atacados mortalmente por uno de los cinco, obligado por los delincuentes. La dantesca escena exhibe al jovencito, cuchillo en mano, asestando certeras puñaladas a sus amigos.

Quejidos, dolor, sangre, muerte. Barbarie. Jamás volverán.

Los medios, la propia sociedad, de inmediato reaccionan con indignación. A todos los niveles los hechos son narrados con espanto por el grado de salvajismo. Al Qaeda se queda corto. Sensibilizadas, en el seno de muchas familias hay lágrimas. 

Miércoles 16, en ‘La Mañanera’, reporteros ávidos buscan el posicionamiento de López Obrador ante abominable evento. Su contestación fue burlona, insensible e inhumana, no solo frente al dolor de las familias afectadas, también de cara a la sociedad mexicana profundamente agraviada por la bestialidad.

Jueves 17, López Obrador se excusa bajo el argumento de no haber escuchado. Difícil de creer, es justo el titular del Ejecutivo Federal el más informado del país, era evidente, la opinión pública le pediría su postura. Su actitud raya en la crueldad. No se disculpa.

No hubo un mensaje de solidaridad a las familias, tampoco de condena, ni siquiera asomó el poder de mando como Jefe de Estado enviando fuerzas para sellar el municipio con el objeto de atrapar a los ampones.

Simplemente nada.

Cuestionemos cuál es el grado de percepción del Presidente sobre la realidad, su reacción revela un irracional distanciamiento conceptual con el entorno material, mostrándolo apático con la desgracia de sus semejantes, como tales somos todos.

La rabia es generalizada, la tragedia nos unió, de paso evidenció nuestra insignificancia frente al Estado, no le importamos. Hoy fueron estos chicos, mañana serán otros. Nada pasará.

En cualquier democracia la burda reacción presidencial hubiese costado su dimisión inmediata.

Mi solidaridad a las familias de Roberto, Diego, Uriel, Jaime y Dante, comparto su sufrimiento.

Añadido:

¡El colmo! otros cinco jóvenes, Miguel, Armando, Melissa, Ricardo, Ángel, de apellidos Macias Noriega, fueron reportados desaparecidos. Ocurrió este sábado en el mismo Lagos de Moreno. ¿Así o más cantada la provocación? Es hora de probar la autoridad para aplastar a estos animales, de lo contrario solo subsiste la tesis del contubernio.

Otro si:

Seis años son muchos para quien los sufre, debemos preguntarnos si la incapacidad de gobierno debiera ser causa Constitucional de terminación anticipada del mandato.

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