En busca del estado perdido-Ciro Gómez Leyva

Jueves por la noche, son pasadas las 11, el tránsito en el sur de la ciudad está tranquilo, hace bastante frío, Ciro fiel a su costumbre maneja la camioneta que hace 5 años le fue asignada por la empresa para la que trabaja -Jeep Cherokee- circula por avenida Universidad, da vuelta a su izquierda en la calle Hortensia para después hacerlo en Tecoyotitla, se enfila a su domicilio en la colonia Florida, ansía llegar a casa después de una larga jornada de trabajo. La vía luce obscura, falla el alumbrado público. Sin darse cuenta lo acechan.

El vehículo que va delante del suyo circula lentamente, a Ciro no le llama la atención, es común por la hora y las calles, también quizá por su personalidad ‘quien nada debe nada teme’, distraído en la radio -buscando una estación- en ese momento es sorprendido por el ruido de detonaciones, voltea asustado, ve a su lado a dos sujetos en una motocicleta, uno de ellos le hace disparos dirigidos a su persona, intentan asesinarlo, no logran su objetivo gracias al blindaje. Todo ocurre en segundos, los agresores huyen. Pasmado por los hechos el periodista no atina que hacer, temblando trata de comunicarse con su compañero de trabajo, no puede, las manos no le responden, en medio de la consternación decide ir a la casa de su viejo amigo Manlio Fabio Beltrones, lugar en donde al final se refugia. Llega la policía, inicia la investigación.  

Gómez Leyva es el principal líder de la opinión pública en nuestro país, sus noticieros -radio y televisión- no son mero medio de comunicación, en ellos se editorializa emitiendo juicios de valor sobre los hechos que presenta que, sin duda alguna, lo posicionan en el centro de atención de todas y todos. Su personalidad, reflexión y comentarios nos atrapan.

Afirman los criminólogos que los hechos nos dicen todo, en el caso, al comunicador lo tenían estudiado -sostienen quienes saben de la materia- era un grupo ‘profesional’ (me niego a creer que exista la profesión de ‘matón’, quizá sean ‘entrenados’) lo siguieron, buscaron el mejor lugar para agredirlo y lo hicieron. 

Hay muchas interrogantes: si en verdad los criminales eran entrenados ¿No se dieron cuenta del blindaje del vehículo? ¿Por qué Ciro Gómez no está escoltado?  ¿Por qué no tiene un chofer? ¿Por qué decide ir a casa de Beltrones y no a la propia mucho más cerca? ¿Acaso no advirtieron los agresores que la ciudad está llena de cámaras de vigilancia? ¿Los agresores sabían que los identificarían a través del C5?

Se atentó contra quien encabeza la opinión pública, los hechos deben de ser resueltos de inmediato porque de otra manera se corre el riesgo -como está ocurriendo en redes sociales- que se acuse a quién todos los días azuza a la población a ir en contra de quien piensa diferente a él, incitando a la polarización, a la rabia, al encono y ese sería el peor escenario para todos.

El Presidente López Obrador es persistente, de ideas duras, de rencores, le gusta mandar y que le obedezcan, detesta a sus críticos -no le gusta ser examinado- pero estoy convencido que no es un criminal.

El atentado a Ciro puso en jaque al Estado, sin embargo, por los hechos pareciese que este fue bajo control -evidentemente se anticipó el resultado- desde luego sin la complacencia del agredido -no tiene necesidad del reflector- sí con la comunión de muchos que se han sentido excluidos del círculo del poder, ya por negocios, posiciones o por persecución. El gobierno está urgido en esclarecerlo, quitarse de encima el dedo flamígero que lo responsabiliza.

Condenable el ataque a Ciro Gómez Leyva, mi solidaridad con él, su familia y compañeros de trabajo. 

Por la gravedad de los acontecimientos seguro esta semana habrá detenidos -sino es que ya los hay- pronto sabremos quien o quienes fueron el o los autores intelectuales del cobarde hecho, pareciere que grandes sorpresas noticiosas nos esperan antes de la Navidad.