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- 24/04/2023
En busca del estado perdido-Fuerza Aérea
Por fin, en la semana se concretó la venta del avión presidencial ‘José María Morelos y Pavón’, el anuncio, con su particular estilo, lo hizo el Presidente López Obrador justo a bordo de la aeronave en compañía del General Secretario de la Defensa y del Director de Banobras, institución que otorgó el financiamiento para su adquisición.
El monto de la venta, según los números que publicó el diario ‘Reforma’, no alcanza para liquidar el financiamiento, mucho menos para construir los hospitales destino anunciado del ingreso.
Hace unos meses la misma suerte corrió, otro avión de transporte presidencial el ‘Benito Juárez’, la cantidad que se recibió -5 millones de dólares- no es suficiente, según la plataforma mundial de venta de aeronaves controller.com, para adquirir uno de iguales condiciones.
Ambas operaciones fueron malos negocios para el patrimonio nacional.
Coincido, en un país con población mayoritariamente pobre es incongruente que el Ejecutivo goce de transportes aéreos tan costosos, pero si ya se tienen y forman parte del patrimonio del Estado, es inmoral venderlos guiados por una mera cuestión ideológica sin importar que con su enajenación se cause un detrimento a la Hacienda pública, la que a todos nos interesa, en todo caso los aviones se pudieron destinar para ayuda humanitaria, investigación, entrenamiento y no rematarlos.
Los números no engañan, la Fuerza Aérea Mexicana (FAM) es prácticamente inoperable. En los términos de su ley orgánica, es una institución militar cuya vocación es la salvaguarda de la soberanía nacional, responsable del espacio aéreo mexicano, seguridad interior y ayuda a civiles en caso de desastres, sobre un territorio de casi dos millones de kilómetros cuadrados, con apenas 330 equipos -119 helicópteros y 210 aviones- de ellos hay que restar 154 que son de entrenamiento al servicio del Colegio del Aire, por lo que la FAM únicamente cuenta con 56 aviones para cumplir su misión, para colmo algunos no están operativos, en esas lastimosas condiciones es físicamente imposible.
Es admirable la obediencia militar al Comandante Supremo -Presidente de la República- al grado que la sumisión de la FAM llega al extremo de no oponerse a su desmantelamiento, esta, cada día tiene menos y que decir de adquisiciones de herramientas de trabajo si se catalogan como un lujo, mostrándola como una fuerza débil, sin presencia, olvidada.
Uno de los elementos de cohesión nacional es la Fuerza Aérea, la carrera de las armas ennoblece al ciudadano, su fin no es el combate a connacionales, si no la defensa de lo que es común a todos, la Nacional. Hoy la FAM no tiene aviones de intercepción, tampoco de combate aire-tierra, aire-aire, nuestro espacio es una coladera de intrusos, es decepcionante. Sumado a ello la constante deserción es preocupante ¿Qué motiva para quedarse si no hay equipos?
Entiendo la disciplina castrense, pero ¿No hay grado que le diga al Comandante Supremo que sus decisiones no son correctas? Es evidente que no, las acciones del Ejecutivo van más allá del combate a la opulencia se atenta contra la dignidad del arma. Lo que sigue es que vigilen el espacio desde tierra en bicicletas.
Si la política pública es alejarse de lo superfluo, de la ostentación, del lujo, de la fastuosidad, ¿Por qué vivir en Palacio Nacional?
Añadido:
El trabajo de los Jueces de la Corte es defender la Constitución, son expertos en ello. En un Estado democrático al sentido de las sentencias no se les atribuye un acto de agresión, sino de consistencia con el orden. La instrucción que el Presidente dio a su gabinete de cortar toda comunicación con los Ministros en nada contribuye para el fortalecimiento del Estado. La confrontación por no pensar igual es el principal síntoma del autoritarismo en el que su mayor signo distintivo es la ausencia del derecho.