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- 15/02/2023
En busca del estado perdido- INE, la batalla perdida

Los totalizadores no existen, los ‘absolutos’, ‘todos’ ‘jamás’, ‘nunca’, son relativos, duran mientras no se presente la oportunidad de romperlos. En política no es la excepción. El régimen que comienza por terminar es un ejemplo: ‘Cero corrupción’, pero el hijo del Presidente gozando de una vida de lujos inexplicables o su hermano Pio López recibiendo dinero en efectivo; recientemente una senadora y dos funcionarios públicos del círculo cercano a la Gobernadora Layda Sansores en una oficina pública aceptando fajos de dinero, al más puro estilo de Bejarano y Carlos Ímaz -entonces esposo de Claudia Sheinbaum- en el entonces video escándalo mostrado por Brozo.
El Presidente abanderó la causa de los pobres con su ‘Primero los Pobres’, hoy hay más o ‘Abrazos no Balazos’ y el país convertido en un enorme cementerio.
La regla se cumplió, simplemente nunca hay que decir nunca. En ese contexto la sociedad ha ido perdiendo su capacidad de asombro y los políticos de explicación; para muestra la última, el Presidente sostiene firmemente -con vehemencia- que la Presidenta de la Corte lo es gracias a él -vaya respeto a la autonomía de poderes- o la rebuscada defensa de su Ministra Yasmín Esquivel, cuando afirma que el señalamiento de plagio es una expresión del conservadurismo.
El problema no es la bulla o la elucidación, sino la costumbre en que está incurriendo la opinión pública en saltar de un tema a otro dejando de lado el anterior, como sino importaran los muertos, el ‘cash’, los contratos a modo.
Ahora toca al sistema electoral, López Obrador prometió respetar las instituciones como ‘jamás se había hecho’, contrario a ello inició un persistente ataque al INE y sus consejeros. Sí, es verdad, nuestra democracia es costosa rayando en lo caro -cuando el valor es excesivo- acusando a los consejeros de racistas, antidemocráticos, insensibles, alejados de la realidad social, beneficiándose del uso discrecional del enorme presupuesto que la hacienda pública, la de todos, les da.
Ese fue el pretexto, el fondo es el manifiesto deseo de apoderarse -como todo poder concentrado- del árbitro electoral con la finalidad irrebatible de manipular los procesos. La reacción de la sociedad se hizo sentir, la ‘mega marcha’ le plantó cara al Presidente y lo obligó a salir a la calle en su llamada ‘contra marcha’, evidenciando el duro golpe recibido producto del reproche social a su reforma electoral, primera derrota para AMLO, donde más le duele: en la calle.
¿López Obrador tenía necesidad de controlar al INE? No, definitivamente, con los altos niveles de aprobación del Presidente para qué, si su deseo era legítimo -abaratar la democracia- las vías eran otras, con sus acciones lo único que logró fue unir en su contra a todas las fuerzas políticas y sociales ajenas a la 4T.
La segunda batalla que perdió fue la reforma a la Constitución, simplemente no pasó, ahora su llamado plan ‘B’ nacerá inviable, la Corte de Piña la mandará a la trituradora, la tercera derrota se avizora.
Regla de oro de la milicia -en política es principio- dicta que, ‘no hay peor derrota que la que se da en una guerra que no debió haber iniciado’, López Obrador la confirma.