En busca del estado perdido- Inmediatez

En busca del estado perdido- Inmediatez

La dinámica de la vida social y política ocurre con inusual velocidad, contactarnos con un amigo, crear una corriente de opinión, expresar ideas, mostrar nuestro estilo de vida, ocurre de inmediato, herramientas como Facebook, Twitter o Instagram, nos acerca, sin duda el mundo se achicó.

Las nuevas generaciones han apostado por TikTok, resultó que en un minuto se enteran de lo que ocurre a nivel global -sin intermediarios- ahora los medios de comunicación han quedado subordinados a las redes sociales, por la facilidad con que se transmite la información.

En lo económico, no hay que ir a los bancos, desde la comodidad del celular podemos hacer pagos -hipoteca, tarjetas, proveedores, impuestos- transferencias nacionales -incluso- internacionales. 

Consultamos -por citar algunos- abogados, médicos, psicólogos, nutriólogos, tutores en línea, por la misma vía podemos estar presentes en simposios, congresos, asambleas -en cualquier parte del mundo- sin duda el planeta adquirió agilidad.

La administración de lo público se sumó, los Presidentes, Gobernadores y Munícipes, forman parte del enorme bloque de las redes, comunican y se comunican a través de éstas, sus ideas, filosofía, logros e incluso la defensa de sus actos, muchas veces lo hacen en un Tweet, TikTok o video de YouTube. La Suprema Corte sentenció que las autoridades están obligadas a contestar las peticiones que la ciudadanía haga por medio de las redes sociales, reconociendo con ello la comunicación -acercando a los gobernados con sus autoridades- pero sobre todo en busca de cerrar el círculo virtuoso de la retroalimentación forjando una sociedad cercana, enterada y escuchada.

Podemos afirmar que el mundo se volvió mucho más práctico gracias a la tecnología, -las redes sociales- motivada por el deseo de mostrarse -las autoridades- y hacerse sentir -la sociedad-.

No obstante, aún se arrastra la gran deuda de la humanidad con la propia humanidad, esencialmente en justicia; los juicios son eternos -no es privativo de nuestro país- en todo el orbe -hecha excepción en el medio oriente- resolver una contienda judicial es cosa de años, los caminos son tortuosos, costosos y eternos. El Estado no ha tenido -quizá no a querido- la capacidad de resolver de manera pronta los diferendos con sus ciudadanos y de los particulares frente a otro igual. 

Mujeres y hombres en prisión -en plena incertidumbre- en espera de sus juicios por procedimientos que toman injustificable tiempo; obras significativas -aeropuertos, parques, autopistas, pasos a desnivel, presas, inversión privada- detenidas indefinidamente por amparos; deudas que no se pagan, contratos que no se cumplen, hijos que no se entregan, criminales que no se castigan, el tiempo es el villano de la historia. La justicia no es justicia cuando tarda años en llegar. Todos lo hemos sufrido, -con el sistema actual- muchos más lo sufrirán.

Sin duda, hay un crédito en contra de nosotros por no exigir cambios en la forma de acceder a la justicia -nuestra omisión- es causa de la causa en consecuencia del mal causado. Somos responsables.

No es dable permanecer en el desastre por la ralentización del derecho, en esta materia no se justifica seguir a la zaga de las tecnologías; si bien existen los juicios en línea estos no son de manera absoluta. La respuesta del Estado frente a los pleitos tiene que darse de manera pronta, objetiva, sin dilaciones, al final del día no se trata de un concurso de simpatías -como en la actualidad- si no la observancia precisa del derecho.

Los medios tecnológicos existen; una sociedad encuentra la paz con la aplicación de la ley si esta se da con inmediatez.

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