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- 24/01/2022
En Busca del Estado Perdido-La despedida del Presidente

En el último par de semanas se dieron dos noticias sobre la salud del Presidente López Obrador, la primera de ellas que estaba infectado de COVID, por tanto, que se aislaría. Fiel a su estilo, el tabasqueño, minimizó su condición para días después regresar a sus actividades regulares. La segunda noticia fue sobre la práctica de un cateterismo por una cardiopatía, aunque la información no fue lo suficientemente clara, quienes saben del tema afirman que son procedimientos usuales para evitar intervenciones mayores en busca de aliviar afecciones al corazón del paciente.
En ambos casos se trató de la salud del Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, con independencia de que se simpatice o no con sus políticas, su condición es de interés de todos. No se trata de un reporte médico del Señor Andrés Manuel López Obrador, sino de la situación de salud de quien dirige los destinos de una nación de más de 120 millones de seres humanos.
El reporte o reportes, en lugar de haber sido hechos por el Secretario de Gobernación, debieron de ser emitidos por el equipo médico que le atendió, se afirmó prestigiados médicos militares, pero más allá de la ausencia de sincronía con el interés que conlleva que el jefe de un estado caiga en mala condición de salud y eso pudiese implicar su ausencia temporal o definitiva en el cargo, López Obrador nos dio un mensaje fuerte, directo: elaboró su testamento político.
En el ejercicio de la profesión que ostento como abogado, la suscripción de un testamento -formal o conceptual como fue el caso- generalmente se da cuando advertimos condiciones próximas al deceso. Afirma Philippe Ariès en su obra ‘El Hombre ante la Muerte’ [1971], que los seres humanos tenemos la capacidad de percibir la cercanía de la muerte por lo que no es raro que previa a que esta ocurra emitamos -directa o indirectamente- mensajes de partida.
Es común recordar a seres queridos -niños, jóvenes, maduros o ancianos- que previo a su momento final se despidieron con anuncios cifrados dirigidos a la familia, a los amigos o a sus compañeros de trabajo, externando su satisfacción, deseo de descanso o frustración por lo vivido, afirma Ariès, es natural apreciar la ronda de la muerte, la vemos venir.
El Señor Presidente impuso una manera única de gobernar, se abrió como nadie lo había hecho a la crítica, día con día ejerce un extraordinario ejercicio democrático al estar de frente a la opinión pública abordando los temas cruciales de la nación. Su estilo, nos guste o no, le ha llevado a mantener, en lo que va de su mandato, una aceptación en el electorado de más del 65%. Evidentemente, a las clases media, media alta y alta no les agrada que un ser humano surgido de lo más popular del mexicanismo sea quien los gobierne. Ello, en nada preocupa a un Presidente de un país en donde más del 80% de la población son clases populares a fin de cuentas es -como dijera Emilio M. González gobernador de Nayarit [1981-1987]- ‘El Pueblo en el Poder’.
Si como secuela de las afecciones que sufre el Presidente López Obrador -infartado, con una cirugía de corazón, sumamente trabajado, con carácter fuerte, cansado- el testamento político resulta ser el anuncio de una despedida, lamento que sea así porque, al margen de su peculiar forma de gobernar, debemos de reconocer, en el Lopezobradorismo, el fortalecimiento de la vida democrática del país que ahora tiene como eje central el debate diario de las ideas, el combate permanente a la corrupción, como uno de los peores males de este país, el cuestionamiento a las castas de privilegio surgidas al abrigo de las burocracias de elite que gozan de ostentosos salarios en medio de un país de contrastes donde el común denominador es la pobreza y miseria. Si resulta ser que no es una despedida, de nuevo el Presidente, en sus genialidades mediáticas, nos atrapa en los temas que elige a su antojo incluso el de su vida.
TFA