En busca del estado perdido-¿Qué somos?

En busca del estado perdido-¿Qué somos?

Viernes 3 de marzo, 11:30, mañana fresca en Matamoros, ante la mirada de vecinos, un grupo armado intercepta un miniván, hay disparos, un muerto, dos heridos, a todos los suben a la caja de una pickup, ‘como perros’ afirma la madre de uno de ellos, se los llevan con rumbo desconocido.

La población, habituada a los hechos de violencia, sabe reaccionar: al suelo, detrás de objetos que resistan balas, no gritar, no hablar, no informar. Un día más en la cotidianeidad de una frontera convulsa.

En esta ocasión, hay un enorme diferenciador: las víctimas son estadounidenses; la respuesta del Estado, en voz de su Jefe el Presidente de la República, no se hizo esperar: Fuerza de tarea compuesta por policía elite antisecuestros, ejército, marina, guardia nacional, policía estatal, casualmente sí funcionó el C5, imágenes, videos, seguimiento, en apenas 94 horas el operativo fue exitoso, los secuestrados localizados, dos con vida, dos fallecidos y un criminal detenido. Un día después los responsables del ataque, maniatados, son entregados a la autoridad por el propio cartel del golfo, en el acabose de la desfachatez la fiscalía los presenta como detenidos por una orden de aprehensión, en fin, el caso esclarecido, una confusión, hay culpables, habrá castigo. 

La presión de un país al que sí le interesa sus connacionales movilizó a las autoridades. 

Pero ¿qué con los cientos de miles de mexicanas y mexicanos, desaparecidos o asesinados de los que sus familias esperan justicia? Años, décadas, de angustia, sufrimiento, por no saber que les pasó, quién lo hizo, el por qué, sobre todo ante la necesidad de cerrar el círculo de dolor que causa la muerte. Su rostro de aflicción refleja el calvario, desconsuelo y angustia por la ausencia de sus seres amados frente al abandono e indiferencia de la autoridad. Ellos los buscan, ellos escarban, ellos investigan, nadie los ayuda. Sencillamente no son extranjeros.

Los hechos de Matamoros desnudaron lo que somos como mexicanos: despreciados en el exterior y reprimidos en lo interno, sino ¿dónde están los responsables de las desaparecidas de Juárez, de los estudiantes de Guadalajara, de los migrantes de San Fernando, de los 43 de Ayotzinapa, de los levantados en Tijuana, Veracruz, Morelos, Irapuato, de los cientos de muertos en fosas clandestinas? Nunca lo sabremos, no importan, porque no son gringos. 

Para muestra, Florence Cassez en libertad e Israel Vallarta en prisión, ella francesa, él mexicano, el caso, una fabricada acusación de García Luna.

Matamoros prueba de manera indiscutible lo que la inmensa mayoría sospechamos: el Estado tiene comunicación con los grupos criminales ¿cómo sabían el paradero de los secuestrados? ¿por qué entregaron a los responsables? Los acuerdos afloran, las verdades emergen, lastimoso que el rumbo de la nación esté en medio de un torbellino de caos producto de la delincuencia y para colmo espiados, nuestros teléfonos, correos, redes sociales, por la fuerza armada que nos debe defender, el ejército, dice el Presidente por ‘razón de inteligencia’, sin orden judicial, sin control de legalidad, el tránsito de la sociedad atascada en el lodo de la sinrazón.

Son demasiados agravios -democracia bajo ataque, corrupción, poder judicial embestido, legislativo sometido, desprecio a la ley, obras faraónicas por mero capricho, discriminación para algunos Estados de la Federación, abusos militares, periodistas asesinados, prohibido criticar, impunidad- las conductas las mismas, los actores en muchos casos los de siempre, si no por lo menos actúan exactamente igual, no hubo cambio, no emergió la trasformación, muchos jóvenes políticos son verdaderas promesas de futuros ampones, lastimoso panorama para el mexicano.

¿Qué somos? No somos nada. Mmmm, ¡adoptemos un gringo!

Añadido:

Los derechos políticos no deben tener distingo, los extranjeros que son residentes legales tributan a la Hacienda Pública, muchos son actores sociales, defienden causas, en algunos casos representan una porción importante de la población donde se asientan, pero no pueden decidir quien administre lo que aportan y quien los represente en las legislaturas. La iniciativa de reforma al 33 Constitucional es un gran paso, no se les debe de expulsar del país por emitir opiniones políticas, lo que sigue es que voten ¿Acaso no se ven afectados por las decisiones de autoridades que se les prohíbe elegir? Es tiempo de que su voz sea escuchada.

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