Eres magia-Eres muy demasiado, pero nunca suficiente

Desde que somos pequeñxs, no, no, no, desde el momento de nuestra concepción, por el hecho de vivir en una sociedad, automáticamente nos imponen un listado eterno de expectativas. Estas van de la mano de nuestra cultura, país, religión, nuestros padres, familia, ideas, creencias y sistemas de cada sociedad. No solo existen, pero se espera que las cumplamos al pie de la letra. Imagínense si desde antes de nacer se espera tanto de nosotrxs, no me imagino que estas expectativas se pongan más fáciles cuando lleguemos.

¿Por qué existen las expectativas? Por que es lo normal, es lo cotidiano, es lo esperado y es lo que nuestros antepasados y los demás hacen, es algo aprendido. Bajo esta lógica: ¿Las expectativas que yo le pongo a mi futuro hijx entonces son mías o de la sociedad? La respuesta: ambas, en su mayoría influenciadas por la segunda.

La palabra expectativa viene de: lo que es esperado. Lo cual va de la mano de nuestro sexo, género, lugar en la familia, etc. Eres “niña” jugarás con muñecas, a la casita, con tus amigas, usaras falda y te gustará el color rosa. Te perforaremos las orejas para que no te confundan con un niño y en su defecto te pondremos un moño o una flor en tu cabello en lo que crece para que se vea marcada la diferencia y no te confundan con un niño.

Esto no solo se limita a nuestra infancia. Eres “niña” estudiaras una carrera que te ayude y que quizás te guste pero tu objetivo más allá de la educación yace en encontrar una pareja, un hombre de preferencia, hombre masculino, con dinero, que te cuide, proteja y que te provea una buena vida. Tu rol: tener hijos, educarlos y ser la mejor ama de casa, devota a ellos. Ojo, aquí no se esta realizando un crítica a estos objetivos. Se realiza la crítica cuando estos son los ÚNICOS caminos que existen. Algo similar ocurre con los hombres. Desde antes de que nazcan, sus familiares, padres y sociedad ya tienen una idea bastante extensa de cómo quieren que resulte él y su vida. Su vida, no siendo del todo de él.

No solo están estas expectativas de acuerdo a roles, género y sexo. Pero encima de todo esto no solo tienen que ser amas de casa, tienen que ser las mejores amas de casa, las mejores madres, mejores esposas, el que gané más dinero, ser el más exitoso. Volvamos a la infancia, nuestros hijxs tienen que ser los mejores estudiantes, la mejor en arte, el mejor atleta, elle mejor promedio. Ser la mejor, ser mejor, siempre.

Pero una vez se logra este nivel de “excelencia”, ahora resulta ser demasiado. Mejor no hay que hablar tanto, a la gente le cansa, no hay que ser el que más estudia, serás considerado un nerd y no tendrás amigos, tampoco queremos eso. No digas lo que piensas, a la gente no le gusta. Parece que la batalla esta perdida antes de empezarla. ¿Cómo existir en una sociedad donde nunca eres suficiente pero siempre eres demasiado.

Entre otros factores, ¿recuerdan la columna sobre la sociedad del cansancio? No es sorpresa que vivamos en un agotamiento total, y tampoco que tengamos índices altísimos de trastornos mentales. Ni la misma sociedad es coherente con lo que nos exige.

De alguna manera nuestra vida para algunas personas ya esta hecha antes de que lleguemos al mundo. Nuestros gustos, intereses, habilidades, cualidades, estilo y talentos. ¿Cómo se espera que formemos individuos, cuando no existe un espacio para nuestra personalidad, para crear una identidad? A pesar de todo esto, muchos lo logramos, claramente no es un camino fácil, pero se logra.

Que pasa cuando estas expectativas no son alcanzadas por los hijxs, decepción y quizás rechazo. Quizás no directamente de los padres, en algunos casos sí, pero por lo menos así es como se siente algunas veces, no cumplir con lo que los demás, especialmente nuestros padres, quienes admiramos y respetamos, esperan.

Hablando específicamente de expectativas, sería una manera mucho más sana de relacionarnos con ellas si  que expectativas existieran únicamente impuestas por notorxs mismxs. La realidad en la que vivimos y las costumbres que tenemos se interponen con esta idea. A pesar de esto,  darnos cuenta de que las expectativas que desesperadamente queremos cumplir en muchas ocasiones ni siquiera son las nuestras. Nos regresa independencia y autonomía decir conscientemente cuales son las que YO quiero cumplir.

Es hora de revaluar estos estándares de la sociedad y compararlos con los que cada quien tiene de si mismx. Por que no es nuestra responsabilidad cumplir exceptivas ajenas. Una pregunta adecuada sería preguntarnos  ¿Cuándo sé que soy suficiente?  Quizás antes de esta sería pertinente preguntarnos: ¿Bajo qué estándares, los míos o los de la sociedad? Y antes de eso preguntarme ¿Quiero cumplir con los estándares que se me imponen, o con los que yo elijo?  Ups, acabaron siendo varías preguntas cruciales. La vida se torna más sencilla cuando puedo decir “yo se que soy suficiente” por que me juzgo bajo mis propios estándares, mis propias reglas y mi propios ideales. Si al otro no le gusta o siente que YO no cumplo con SUS estándares, ESE no es mi problema, eso es SU responsabilidad no la mía.

Soltemos estos discursos que nos repetimos una y otra vez en la sociedad, tanto que hemos aprendido a internalizarlos lo suficiente para que éstas ideas hayan trascendido generaciones enteras. Tanto, que la concepción de que “nunca vamos a ser lo suficiente”, es un sentimiento universal. Perpetuar este discurso hace que tornemos nuestra completa existencia en un intento por alcanzar algo que de entrada esta perdido.

Volvemos a la importancia de cuestionar. Cuando te sientas insuficiente pregúntate ¿para quién? Y si la respuesta es alguien más que tu, reajustemos nuestros estándares. Por nuestra propia salud mental y física. Es hora de reapropiarnos de esos estándares bajo los cuales nos juzgamos. Replanteemos: tengo que ser suficiente, no para nadie allá afuera, no para mí familia, no para mis amigos, no para mí pareja, no para la sociedad, para mí.