Eres Magia-Las famosas heridas de la infancia 

Eres Magia-Las famosas heridas de la infancia 

**Disclamer esta columna no tiene como objetivo el diagnóstico, si alguna persona se identifica con algo que se menciona aquí, se sugiere busque ayuda de un profesional de la salud mental para su diagnóstico.

Las experiencias que vivimos en nuestra infancia son de suma importancia. Muchas veces subestimamos estos años, pero les sorprendería que les dijera que los mayores desarrollos, vivencias, experiencias y procesos que van a a determinar gran parte de nuestra vida adulta ocurren durante los primeros siete, sí siete años de vida. Esta afirmación es a nivel, emocional, psicológico y neuroanatómico. Así que nos hace pensar un poco más en la importancia de la infancia y la necesaria preparación para ser padres, ¿no creen? No quiero que caigamos en el error de decir que esto es determinante, no reversible y que una vez en la adultez no podamos hacer algo al respecto. Siempre se puede hacer algo, pero es importante conocer nuestro pasado, ojo que dije conocer, no quedarnos; conocer nuestro pasado para que como adultxs podamos tomar responsabilidad sobre el y convertirnos en dueñxs de nuestro futuro.

En el mundo de la psicología  existe algo llamado las heridas de la infancia. Son conocidas como si fueran lesiones o heridas que ocurren en estos primeros años de vida. Estas ocurren en relación con la madre, padre y/o cuidador primario en edades tempranas. Es completamente normal que todxs tengamos una o varias de estas heridas. Como cualquier herida todas son diferentes, en tamaño, en profundidad, en dolor y en proceso de sanación. Algunas duelen más, algunas tardaron más en cerrar, algunas no han cerrado del todo, algunas siguen doliendo, etc. Es importante tener en cuenta cómo se forman estas heridas: pueden ser producto de eventos traumáticos como: abusos, muertes, pérdidas, violencia, etc. Como también pueden ser resultado de una distorsión en la interpretación de ciertas situaciones. Tomemos en cuenta que cuando somos niñxs tenemos una interpretación de la situación todavía muy inmadura, no logrando entender o teniendo las herramientas necesarias para entender nuestro ambiente. Sin embargo, a pesar de poder ser una distorsión en la interpretación de un suceso esto se vive como una realidad.

Comencemos mencionando las 5 principales heridas emocionales de la infancia, las cuales tienen un impacto en nuestra interpretación del mundo, nuestro comportamiento y nuestra persona en la adultez.

La herida de rechazo, una de las heridas más profundas ya que mueve en la persona sentimientos y pensamientos como que no “tiene derecho o valía su existencia”. Esta sucede cuando se ha percibido desde edades tempranas un rechazo por figuras importantes en su vida. Esta figura importante (ejemplo padre, madre, figura de cuidado) es vista como la persona que debía de “proveer amor incondicional” y esto no ocurre. Recordemos que puede ser un rechazo explicito o puede ser que los niñxs la interpreten como un rechazo. El rechazo puede ser a la persona o puede verse como que no se hayan aceptado maneras de pensar, sentimientos, vivencias, esto es percibido como si se rechazara una parte de la persona. Cuando personas con esta herida llegan a la adultez existe una tendencia marcada a evitar relaciones significativas o huir de relaciones por miedo a que este rechazo vuelva a ocurrir. Muchas veces existe la creencia de que no “se es digno de amar, ni de ser amados” ya que esta figura que se supone debía amor incondicional no lo dio entonces “nadie más me podrá amar”. Personas con esta herida se les dificulta aceptar críticas ya que se asemeja mucho al rechazo y suelen esforzarse para obtener reconocimiento y aprobación constante de los demás.

Tiende a ir muy de la mano con la siguiente herida, la herida  de abandono, surge cuando lxs niñxs sienten que sus necesidades afectivas durante la infancia no son cubiertas. Sintieron cierto abandono a nivel físico o emocional, sin tener quien los protegiera o ayudará a lidiar con momentos retadores de la vida como problemas o simplemente sus emociones.  Estos niñxs pueden llegar a experimentar sensaciones de desprotección, vulnerabilidad, falta de afecto y soledad. De adultos esta herida se ver reflejada en posibles intentos de obtener el afecto que no les fue dado en parejas, amistades, hijos u otras relaciones o vínculos. Hay una gran posibilidad de desarrollar cierta dependencia emocional. El miedo al abandono puede llevar a estas personas a evitar conexiones profundas con otras personas. Puede haber una tendencia a no saber estar en soledad, miedo a separación, inseguridad y sentimientos de celos contantes. También se pueden escudar en frases como “lo dejo antes de que me dejen a mi”.

La herida de humillación es la siguiente, esta la presentan personas que en su infancia se sintieron constantemente criticados, o sentían que solo recibían mensajes negativos por parte de figuras importantes en su vida. Mensajes negativos respecto a su manera de hacer las cosas, sus capacidades y/o habilidades. Puede haber pensamientos como sentir que los padres o sus figuras de autoridad sientan vergüenza por ellos. Lo cual los llevo a sentirse inútiles, incapaces, inseguros de sus capacidades, habilidades, pensamientos y en general de la integridad de su persona. Como adultos se ven como personas con autoestima frágil, se pueden llegar a considerar indignas o poco valiosas, lo cual los lleva a una necesidad constante de aprobación externa. Y como la posibilidad de sentirse humillados es latente necesitan agradar a las personas con las que interactúan hasta al punto de anular sus gustos, limites, es decir su persona. Otro rasgo importante es la comparación constante con los demás.

La siguiente es la herida de traición. Nace de la experiencia de los niñxs de haber sido engañados por los padres o figuras de autoridad, o por la sensación de que ellxs no cumplieron con lo prometido. Lxs niñxs aprenden a sentir desconfianza y esto se puede llegar a generalizar a otras relaciones. Lo cual a su vez genera sentimientos y sensaciones de soledad. Como mecanismo de defensa muchos adultos intentan controlar las situaciones, relaciones, y entrono, en intentos por evitar futuras traiciones. Podrían existir problemas para comprometerse por miedo a sufrir sentirse traicionados o decepcionados una vez más. 

La ultima herida es la herida de injusticia, esta viene de niñxs que crecieron con figuras autoritarias, en donde se impusieron estrictamente ideas, reglas y puntos de vista. No se tomaba en cuenta las necesidades o intereses de lxs niñxs. Lo cual pudo haber llevado a sentimientos de que no se apreciaba el verdadero valor de su persona, o que no eran respetados, ni se recibió todo aquello que se merecía. De adultos esto se refleja en mecanismos de defensa como disociación de sentimientos, es decir separase emocionalmente de las propias emociones ya que son tan abrumadoras y no se poseen las herramientas necesarias para manejarlas, que se opta por mejor evitarlas. La rigidez cognitiva también es un rasgo característico en donde es difícil que estas personas adultas cambien sus opiniones, pensamientos, comentarios, juicios de valor, etc. Ellos viven su realidad como verdades absolutas y únicas. Modificarlas o flexibilizarlas representa un gran reto. Por lo mismo hay una tendencia a la “perfección” y a que “todo salga como ellxs quieren y creen que es correcto”.

Todas estas heridas se pueden trabajar y soltar. El primer paso, como siempre lo mencionamos es lograr identificar las cosas que nos mueven, el bagaje que taremos cargando desde nuestra infancia. Trabajarlo y soltarlo, por que como adultos podemos y tenemos la capacidad de sanar a esos niñxs pequeños que sufrieron, que no tuvieron herramientas y/o que nadie pudo ayudarlos. La buena noticia, es que hoy notorxs podemos ayudarlos. No solo eso, pero también es nuestra responsabilidad. Para poder sanar todo aquello que tenemos cargando para no cargarlo ni depositarlo en otras personas o en otras relaciones, ya que no le toca sanar nuestras heridas a nadie mas que a nosotxs. No es algo fácil, pero no es algo imposible. Así que poco a poco, dándonos chance, teniéndonos paciencia y reconociendo todos nuestros logros. 

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