¡Fuera cadenas!- Qué se siente ser amparado

¡Fuera cadenas!- Qué se siente ser amparado

Para mi papá y para Joaco

El día de ayer se publicó en la página de la Suprema Corte de Justicia de la Nación el nuevo proyecto de resolución del amparo promovido por las señoras Cuevas. Sobre este infame asunto —del cual ha dejado ver la harta corrupción del titular de la Fiscalía General de la República— ya hemos escrito bastante en este espacio. Hoy quiero platicarles algo un poco distinto sobre este asunto: cómo lo veo yo habiendo sido víctima de una infamia similar por parte del Estado hace cinco años. 

Celebro el hecho que, al haberse publicado el proyecto del ministro Gutiérrez, ya se tiene una mayoría de 6 votos de 11 a favor de la libertad inmediata de la señora Alejandra Cuevas. La anterior ocasión en que se discutió ese asunto en el pleno de la Corte, cinco ministros y ministras se pronunciaron a favor de otorgar —lo que en el argot se llama— un “amparo liso y llano” con el cual se obtendría la libertad inmediata de la señora Cuevas. Por cuestiones propias de la Corte, la conclusión de la discusión y resolución del asunto se postpuso para el lunes 28 de marzo, este lunes que entra. En la sesión que viene, se discutirá un nuevo proyecto de resolución que ahora propone el ministro Gutiérrez quien, en la primera sesión, no se pronunció con respecto a la libertad de Cuevas. Sin embargo, ahora él mismo propone la libertad inmediata y absoluta de Cuevas en el nuevo proyecto. En sí, esto quiere decir que ya hay mayoría de 6 votos para que se ordene la libertad de ella.

Me imagino que, al igual que yo el 13 de febrero de 2019, el mayor anhelo de la familia de Cuevas Morán es esperar al lunes que viene para escuchar de la voz del ministro presidente la instrucción dirigida al secretario general de acuerdos de la Corte para que …notifique por los medios más eficaces y expeditos que se ponga en absoluta e inmediata libertad a Alejandra Guadalupe Cuevas Morán. Tan solo con imaginarme escuchando esas palabras, saber que el más alto tribunal del país reconoce el abuso del que has sido víctima y me ampara, me vuelve a poner la piel como de gallina y me borra la mirada. Créanme que no importan los criterios o argumentos jurídicos cuando se está ante una infamia de esa naturaleza —ante el uso corrupto e irracional de la fuerza del Estado—, sino que lo único que interesa es que se haga justicia, que se destruya el acto abusivo del Estado. 

Yo sé qué se siente estar en la situación de la familia Cuevas y, como abogado, sé que muchas veces el derecho no da soluciones eficaces ante abusos de la magnitud que se aprecian en este asunto. En su momento, cuando litigué con diversos secretarios en la Corte el asunto personal que les refiero, uno de ellos me dijo (palabras más o menos): que, si bien nunca había visto una actuación tan irregular del Estado, la defensa penal no hizo valer ciertos argumentos en la audiencia llevada ante el juez de control, por lo que, conforme a ciertos criterios del proceso penal acusatorio, no pueden analizarse en amparo. Ante ello, respondí: me queda perfectamente claro el criterio positivista y el deber ser en el proceso penal, pero, como usted mismo lo acaba de decir, el deber ser en este asunto no se siguió, estamos ante un abuso del Estado, y que para hacer justicia no podríamos ajustarnos irrestrictamente a las reglas.

En el asunto de las señoras Cuevas, al igual que en el propio que les acabo de comentar, se propone hacer justicia lejos de seguir el formalismo irrestricto que las reglas del derecho imponen. Por técnica del juicio de amparo, el asunto que se discutirá el lunes que entra no alcanza como para que se ordene la absoluta e inmediata libertad de la señora Cuevas; sin embargo, con interpretaciones más favorables a su dignidad como personas, y apelando a criterios de justicia, —seguramente motivadas ante el patente abuso de autoridad— se propone esa libertad en el asunto de Cuevas. Al igual que en nuestro caso, en el de las señoras Cuevas, se otorgará el amparo absoluto, se hará justicia, y se demostrará la podredumbre que aqueja a las instituciones de investigación criminal en el país. Se demostrará una vez más que los tribunales sí son sensibles ante los abusos y excesos de las autoridades, y que, aun cuando el derecho escrito no brinda las mejores soluciones, sí lo hace la dignidad y la justicia. Así que les pido a mis colegas abogados que no sean tan formalistas, hay casos —como los que les acabo de mencionar— que no pueden ser resueltos con estricto apego a la letra de la ley, sino por la sensibilidad y sentido de justicia. 

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