¡Fuera cadenas!- Un año más de la Constitución

Acabamos de conmemorar un año más de vida de nuestra Constitución, ello fue el pasado sábado 5 de febrero. Ya son 105 años de existencia de ese documento que sirve como el fundamento jurídico y político de nuestro país. Esta Constitución es una de las más antiguas del mundo y, en su momento, fue pionera en el reconocimiento de los derechos sociales tales como los derechos laborales y agrarios, ello no debería sorprendernos porque, como ustedes saben, esa Constitución fue producto de la revolución donde se luchó por esos derechos. 

Hoy en día, la Constitución de Querétaro (pues allí fue discutida y aprobada por el congreso constituyente) se ha modificado mediante 251 decretos de reforma, los cuales, en su totalidad, contienen 763 reformas tanto a sus 136 artículos, como a los artículos transitorios. Hace algunos meses, leí un estudio que señalaba que la longitud de nuestra Constitución se ha triplicado. Esto es, si comparamos la publicación original de la Constitución con su fraseo actual, ésta sería tres veces más larga que la original.

A veces se plantea que tanta reforma a nuestra Constitución no es óptima, y la verdad creo que tienen razón. Hoy podemos ver muchas cuestiones propiamente dignas de un reglamento en la Constitución, incluso hay diversas contradicciones en ella misma. Sin embargo, también he leído algunos estudios que se han efectuado de la Constitución misma y el alto número de reformas que ha tenido. En esos estudios se propone que el hiperreformismo de nuestra Constitución ha permitido su permanencia. Esas propuestas —sin reconocer que el hiperreformismo sea algo positivo en sí mismo— consideran que la maleabilidad de la Constitución permite que sea ajustada a las necesidades políticas vigentes en un determinado momento y, por tanto, hacen innecesaria la creación de una nueva Constitución. 

Suena a un contrasentido, pero si algo pudiere tener de positivo que nuestra Constitución tenga tantísimas reformas es precisamente la estabilidad política que ella misma otorga. A final de cuentas, no es necesario luchar por fuera de la Constitución para ajustar los intereses políticos y sociales contenidos en ella, sino que esa lucha se puede hacer mediante los propios canales que esa Constitución prevé, y en su caso, realizar los cambios necesarios.

A veces, como abogados olvidamos que la Constitución no es solamente jurídica, sino también política y que su finalidad es organizar el ejercicio del poder, así como los medios por los cuales se accede al poder. El ideal de una Constitución es que, una vez organizados estos dos últimos puntos, exista estabilidad política. En nuestro caso, bien o mal existe cierta estabilidad, pues toda la lucha por el poder se realiza por los canales que la propia Constitución establece. 

Es cierto, hay muchísimas cosas que están mal en nuestro país tal como la seguridad, pero ello no es resultado de la Constitución, sino del pésimo ejercicio de las personas que ocupan el poder. Si hay algo que puede agradecérsele a la Constitución que actualmente tenemos es que existe cierta tranquilidad en la lucha por el acceso al poder mediante los canales institucionales y es probable que ello se haya logrado en parte gracias a ese hiperreformismo. Así que, si tenemos eso en mente, quizás podríamos empezar a ver los puntos positivos que actualmente tiene nuestra Constitución.