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- 12/06/2023
Los accidentes en la Corte
La Corte es un Tribunal compuesto por 11 personas designadas mediante un proceso definido en la Constitución, su llegada es resultado de un proceso democrático, no mediante voto popular.
La democracia no se circunscribe exclusivamente al sufragio, también al ejercicio permanente de gobierno con apego a la constitucionalidad; por ejemplo, la elección del Presidente de los Estados Unidos es a través de delegados en un colegio electoral, no del voto directo de sus ciudadanos, ¿Es democrático? Sí, pues se siguen las reglas que prevé su Constitución.
El debate que inició el Presidente López Obrador sobre el proceso de nominación de los Ministros es tendencioso porque su nombramiento es por designación contrario a una elección.
Para los Ministros, la designación recae en un órgano constitucionalmente habilitado para ello -el Senado que representa a la Unión- mientras que la elección es el poder soberano del ciudadano.
Esto evita que llegue al cargo el más popular sino el mejor.
La Corte, como todo órgano colegiado, tiene diversidad de pensamiento, en estricto sentido es jurídico no político. Los Jueces deben mostrar varios atributos: en lo profesional dominar altas condiciones académicas e intelectuales; en su ejercicio, deben ser imparciales e independientes; en lo personal los valores se traducen en la vocación. No soslayemos que son seres humanos con enorme imperio, ellos tienen la autoridad de otorgar la libertad o quitarla, la potestad de conceder bienes o privarlos. Poseen la facultad de conferir un estatus o afectar las relaciones personales más importantes, como las de familia.
Otro de los atributos es la reiteración de criterio, saber cómo piensan, cuáles son sus convicciones jurídicas que, por cierto, deben de estar alejadas de las personales. Un Juez en su fuero interno puede no compartir la idea del aborto pero externamente estar convencido de que se trata de un derecho constitucional.
Los jueces de carrera difícilmente pierden los estribos, incluso ante el insulto. Respetan la forma de pensar y aprecian los debates como meras posiciones litigiosas. Esta característica es obra de la experiencia fruto de la carrera. Por eso los jueces no deberían de ser jóvenes porque para curtirse se requieren vivencias y estas las da la edad.
La Corte ha concentrado pluralidad de escuela, también ha tenido serias aventuras que han lastimado su prestigio, Díaz Infante uno de ellos.
Ahora Zaldívar entredicho, apenas hace unos meses discernió que sería un yerro la elección popular de los Ministros, sin embargo, esta semana sostuvo en el pleno lo inverso al afirmar que la designación de los togados no es democrática. Si esto es verdad y, como él lo afirma, siendo un hombre de principios ¿Por qué continuar en un cargo obtenido de manera ilegítima?
A confesión de parte.
Esta visto, la llegada de litigantes a la Corte no es saludable para la judicatura, su conducta no goza de los atributos del Juez por la simple razón de que a diferencia de éstos buscan obtener los mejores resultados para quienes representan, postura que les hace perder la objetividad.
Debemos de fomentar que los Ministros sean de carrera -no electos- porque eleva la posibilidad de que sus opiniones sean adecuadas, sin las ambivalencias del interés o el deseo funesto de quedar bien con el poderoso, dando a cada uno lo que en derecho merece.
Por la República, no más accidentes en la Corte.
Añadido:
Arrancó en MORENA la interna de cara al proceso del 24, uno de los cuatro destapados -las encuestas lo dicen- nos gobernará por seis años y será -al más puro estilo del viejo priismo- el que elija el Presidente. Quizá valga la pena evitar someter al desgaste a una sociedad cansada de la tramoya política; lo mejor es que López Obrador en su mañanera nos diga quién es el ungido. Tanto brinco es innecesario.