Retrato Ormeta-México en su contradictoria política exterior: el caso Cuba

En materia de política exterior, nuestro país ha sido un fiel seguidor de la doctrina Estrada, en el sentido de que se respeta la libre autodeterminación de los pueblos a gobernarse y en consecuencia, casi nunca se ha emitido juicios de valor sobre las condiciones políticas, económicas y sociales de un país ajeno al nuestro.  Es más, México solía ser en política exterior un facilitador para que otras naciones solucionaran conflictos internos o entre otras naciones, pues su neutralidad a pronunciarse sobre un asunto le permitía no tomar partido en un conflicto y con ello, tener la suficiente calidad para constituirse como un mediador internacional para la resolución de problemas trasnacionales.

Sin embargo, en última fechas esta línea de política exterior parece que dio un viraje, pues nuestros actuales representantes suelen tomar a la doctrina Estrada para evitar pronunciarse sobre conflictos en países en donde se tienen simpatías políticas, pero sí hay pronunciamientos y condenas en temas que tienen involucrados a naciones gobernados por el ala de derecha. Esto es, si hay un tema convulso en un país de izquierda, el actual gobierno suele decir que no emitirá pronunciamiento alguno porque cree en la libre autodeterminación de los pueblos, caso contrario en los temas en donde los participantes son naciones encabezados por gobernantes de derecha, en donde sí hay pronunciamiento condenando los hechos y con ello, tomando partido sobre una postura.

Por ejemplo, en fechas no tan lejanas nuestros gobernantes condenaron enérgicamente la forma en que se reprendían a los manifestantes que salieron a las calles en el país de Chile, pero hubo un silencio sepulcral en la forma en que el gobierno venezolano ha reprendido a la oposición en su intento por buscar tener elecciones libres. Así, siguiendo esta ambivalencia es que viene a colación el reciente tema cubano, situación reciente que consiste en que decenas de habitantes de la isla caribeña han salido a las calles a exigir mejores condiciones de vida y a protestar por la falta de medicamentos para atender la pandemia mundial del COVID, protestas que en algunas partes han sido disueltas con brutalidad. De tal forma que, las manifestaciones cubanas han recibido respaldo internacional y unas cuantas malas palabras que justifican la mala situación caribeña.

De ahí que, a México lo han puesto en el segundo grupo del plano internacional. Pues no se pasa por alto que el presidente de la República en una de sus locuaces conferencias mañaneras, mencionó que el problema cubano tiene su raíz en el intervencionismo extranjero que tiene a la isla en las actuales condiciones económicas y sociales; sin embargo, nada dijo sobre la represión a las protestas en perjuicio del derecho humano a la libertad de expresión. Esto es, el gobierno presume de seguir la doctrina Estrada, pero cuando se trata de naciones con gobiernos afines ideológicamente al que encabeza nuestro país, se deja a un lado la doctrina y se muestra el respaldo público al gobierno aliado, aún cuando éste cometa violaciones a los derechos humanos de las personas.

Así, tenemos como nunca una ruta de política exterior contradictoria, ya que, por un lado, el gobierno presume no pronunciarse sobre problemas de otros países afines ideológicamente, pero sí se pronuncia sobre conflictos de naciones ajenas a su ideología. Esto es, para los amigos se les considera la deferencia del silencio cómplice y para los no cercanos, se les condena en la arena internacional. Por todo ello, quedaron atrás los tiempos en que México se le consideraba un país neutral en opiniones y como un país facilitador de conflictos entre naciones.

Omerta: Vaya conflicto van a causar las asignaciones de diputados federales, pues con los nuevos criterios emitidos por las autoridades electorales, ningún partido quedará conforme, pues se quejan de que las nuevas reglas son confusas e incluso contradictorias con el modelo actual.