En busca del estado perdido-El Presidente asustado

El día de ayer -convocada por la sociedad civil- en la Ciudad de México y en más de 50 de la República, se dio la gran marcha por la ‘Defensa de la Democracia’, en ella participaron organizaciones ciudadanas, partidos políticos, sus miembros, estudiantes, mujeres y hombres, cuyo único interés es la defensa del sistema electoral del INE. La marcha es una expresión en contra de la reforma propuesta por el Presidente López Obrador con la que pretende darle un sesgo centralizado a la organización de las elecciones en el país evidenciando la intención de controlar al árbitro electoral.

Durante la semana -en sus rutinarias mañaneras- curiosamente López Obrador fue el principal promotor de la manifestación, todos los días se refirió a ella, insultó, descalificó y adjetivó a sus organizadores, sus fines y hasta a quienes participarían, negando lo genuino de la expresión, señalándola como manipulada, ajena al pueblo que tanto defiende.

La manifestación fue mayúscula, -cientos de miles de personas- ordenadas, serias, sin violencia, sin el uso de calificativos del nivel ‘presidencial’ caminaron -muchas familias- desde El Ángel de la Independencia hasta el Monumento a la Revolución, de hecho, el tamaño de la columna era tal que sin haber avanzado la totalidad de los asistentes la cabeza de esta ya se encontraba en el destino -varias cuadras quizá unas 30- un mar de gentes.

Soy litigante, practico el derecho electoral, es cierto que los Tribunales y los Organismos locales electorales no tienen sentido, sucumben con facilidad a las presiones de los gobernadores, además, el sistema federal es sumamente costoso -como toda obra del hombre es perfectible- hay que mejorarlo, pero no ahora, no es el momento, máxime con la elección presidencial tan cerca.

Lo que mostró la marcha del domingo es que el Presidente -lobo político- no advirtió que la sociedad civil tiene una enorme capacidad de reacción, gracias a su reforma y su actitud, logró que todos -empleados, estudiantes, empresarios, ejecutivos, profesionistas, amas de casa, niños, niñas- tuvieron un fin en común, caminaron juntos -codo a codo- sin resquemor alguno, pero lo culminante, es que los dueños del país -9 familias- pudieran alinear sus intereses a estas expresiones dejando solo al Presidente. Eso lo angustió, de ahí su reacción.

Por primera vez en lo que va del sexenio, López Obrador sintió la posibilidad de la derrota en el 24, no porque el pueblo vote en contra de la 4T, sino por la alianza de los grandes capitales con la clase media, harta de la ofensa, del menosprecio, del señalamiento, resultado de su legítimo interés aspiracional.

No hay poderes absolutos, a pesar de que se ganen gubernaturas, la intervención de los gigantes de la economía pueden dar el vuelco que tanto anhelan los detractores de la llamada Cuarta Transformación.

Cuidado, el Presidente está asustado.